Arte Sacro
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Malos tiempos para la lirica. Antonio Sánchez Carrasco


Yo sé bien que sólo al dichoso se quiere. Su voz… (Bertold Brecht).

Son tiempos pandémicos. Tiempos de "saldremos mejores" y paradójicamente crece la cantidad de hojas de reclamaciones. Son tiempos de bailes virales, de pensar en el tik tok antes de en la esencia de las cosas. De la queja adaptada al número de caracteres de un tuit o de la foto bonita de Instagram. Y a pesar de ello y quizás por eso sean malos tiempos para la lírica, si entendemos la lirica  como ese género literario que expresa los sentimientos más profundos. Son malos tiempos para los sentimientos.

Y hablando de expresar sentimientos, son los religiosos los que están de capa caída con esos del intimismo. Aquellos que si por ellos fuera no se saldría aquí..., nunca, porque al fin y al cabo el riesgo cero no  existe. Ni existía en los tiempos precovid, por otros motivos.

Son malos tiempos para casi cualquier cosa y la ciudad y su manera de entender la vida no podría estar ajeno a ello. Tiempos en los que San Lorenzo, más que porque allí habita Dios, va a pasar a la historia por ser la Masía sevillana. Al parecer al carné de sevillanía hay que añadirle haber peloteado en dicha plaza. Al contrario de lo que dijo Brecht y años más tarde versionarían Golpes Bajos, no se quiere al Dichoso. Se aprecia más la polémica.  En cada cambio de banda se busca el envés,  se analizan los comunicados buscando la fricción en vez del entendimiento. Además se obvia la naturalidad que conlleva cambiar los accesorios de lo importante con tal de los likes o los clics en el retuit. Teorías de la conspiración habrá basadas más de una vez en los argumentos más peregrinos. Y al final del camino sólo queda Sevilla. Un escenario irreal como ese Macondo literario que colma de parabienes las almas de los que la habitan.

Sevilla siente la necesidad de expresar sus ausencias, no entiende la vida sin sentirse así misma. La ciudad aspira a volver por el camino más corto al escenario precovid. Porque Sevilla es una mayoría silenciosa que aunque no tiene redes sociales o las tiene pero como decía Bambino "déjame en paz...no me des guerra", entiende la normalidad (cuando el virus lo permita) con pasos por la calle. Sevilla es un escenario dolorido, sólo quedan los decorados, actores y figurantes aún no han tomado todo su protagonismo. Vamos hacia el tercer año a pasos agigantados y parece que esos pasos los damos hacia atrás. La ciudad continuará ahí dormitando y callada, buscando esa mañana de luz en la que volveremos a las calles, al lugar del que el virus nos apartó sin contemplaciones.  Mientras tanto iremos dejando nuestra alma desangrarse por las paredes de la ciudad que recuerda lo que fue y espera con angustia hasta volver a serlo.

(Los lunes al sol)

Foto: Antonio Sánchez Carrasco.










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