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El viejo de Lora. Antonio Sánchez Carrasco


Tenía en la memoria cuando me senté a escribir la suerte de haber estado esta semana de vacaciones con mi mujer. Las nevadas del norte nos hicieron suspender lo previsto y nos quedamos por el sur. Algo que nos sirvió para acercarnos más a un tiempo que creíamos perdido. Un tiempo que se paró cuando decidimos que el individuo era más importante que la colectividad. Cuando tengo derecho a ir circulando con un vehículo de dos ruedas por la Avenida de la Constitución y tu que vas andando te apartas. O aquello de tengo derecho a no vacunarme. O aquello de no hago tal comentario para no ofender a según que colectivo..., hemos perdido la colectividad para siempre. ¿Y en la Semana Santa?.  La Semana Santa no se aísla ni se encuentra ajena a los sucesos o las costumbres que la rodean. Por eso ir a Lora del Rio y encontrarte que a una de las costumbres del pueblo se le sigue llamando "el viejo de Lora" casi te congratulas de que las cosas se sigan llamando por su nombre y que no haya aparecido ningún observatorio para la defensa de la cuarta edad o algo así que tratara de explicar porque no debe de llamarse viejo a un viejo, en ese afán de revisionismo que nos asola.

La misma semana que la comisión europea nos recomendaba no felicitar la Navidad por ser inclusivos, este es un melón que nos lleva a dos caminos, o no calarlo y seguir asumiendolo como normal, lo que nos puede llevar a que algún dia la AHU , asociación de hematofóbicos unidos, boicotee en unos años la salida del Cachorro por exceso de sangre, o decir que ya está bien de gilipolleces y que Feliz Natividad del Señor. Después te vas a Cádiz con tu mujer y tu amigo del alma y todo vuelve a tener sentido. Te acercas hasta ese Cristo que cura las lágrimas de su barrio de Santa María,  portando las penas gaditanas en una cruz que lo agota pero no lo rinde y ahí te quedas para siempre mirándolo sin pensar en la Comisión Europea ni en que se viene el villancico de Leticia Sabater. Y en domingo Candelaria de mis días. No te veo sola como los lunes de San Nicolás,  con el Vito y el Miguel de guardianes férreos de la iglesia del Santo de los tres niños y las caminatas.

Al aire de diciembre tu palio de azules y platas. Y tantos y tantos amigos los Cuadro,  Antonio, Santi, los Marineros...y hasta ese chaval que empieza en la Cope cada mañana y que apunta maneras de líder mediático y de locutor grande, iban todos, seguro, con esa sonrisa que se te queda cuando estas disfrutando y ese instante en el que no te cambiarías por nadie. Llegó el primer palio a Sevilla desde que empezó la pandemia y no había mejor opción que tu Candelaria la de los ojos alegres y la mirada de pena. Te vi de lejos pero te vi que más se le puede pedir a las buenas noticias, que verlas,  aunque sea en la distancia. Y tu, Candelaria, en la calle, eres una buena noticia. Como esa luz que ilumina febrero en la fiesta de las velas tu palio iluminó una tarde de diciembre y por un rato nos olvidamos de Omicron,  de la Comisión Europea y hasta lo que vale un kilowatio  hora.  Sólo tú palio y la luz de diciembre la conjunción perfecta para soñar.

#LosLunesalSol

Fotos: Antonio Sánchez Carrasco/Juan Alberto García Acevedo.










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