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Opinión. "Cabildeos". Juan Manuel Labrador Jiménez


 Siempre han sido muy sonados en nuestras Hermandades los famosos cabildos generales de hermanos, que con habitualidad se celebran en ellas, bien de carácter extraordinario u ordinario, y en este último caso, puede ser de cuentas o de salida, o incluso ambas cosas a la vez.

Hoy, los cabildos se caracterizan porque, más que para debatir, se convierten en auténticas asambleas de discusión, polémica y enfrentamientos entre los hermanos, al no ponerse en muchísimas ocasiones de acuerdo para llevar a cabo una puesta en común. Sólo importa lo que cada uno dice para sí mismo, y el objetivo claro es atacar a todo aquel con el que yo no esté de acuerdo, y preferentemente, clarísimo está, la junta de gobierno, a la que acribillo, humillo y torturo, especialmente en el punto de ruegos y preguntas, todo lo que se pueda... y mucho más, por supuesto.

No nos damos cuenta que nuestros cabildos generales, que han de caracterizarse, además, por la soberanía que han de poseer, se está convirtiendo en asambleas más propias de reuniones de una comunidad de vecinos de que personas que pertenecen a un colectivo de carácter religioso, y que el principal tema a debatir, muchas veces, no es sólo el puramente económico o el de la estación penitencial, que no carece de importancia, sin duda, aunque no son tampoco los puntos más relevantes en el seno de nuestras corporaciones.

Días atrás, hablábamos de los partidismos cofrades, y un gran ejemplo de éstos podemos verlos también en estos cabildos, cuando los miembros pertenecientes o colaboradores de la candidatura que no resultó elegida en el proceso electoral, se dedica a criticar y hundir todo lo que está haciendo la junta que rige los destinos de la Hermandad, tratando de hundirla, cuando lo que se hace entonces es, realmente, llevar al traste a la propia Hermandad, lo que nos hace preguntarnos si realmente la queremos, y lo que hacemos es luchar por ella.

Entiendo que se pueda estar más de acuerdo o no con la actuación de una junta de oficiales, pero en caso de que no se estén haciendo las cosas bien, la solución no es atacar a los miembros del gobierno de la Hermandad para alcanzar un reto que me beneficie a mí personalmente, sino en dialogar, y tratar de llegar a un acuerdo para que lo que siempre prevalezca sea la Hermandad, la unión entre sus componentes.

Igualmente, hay que señalar otro aspecto importante, y es que la junta de gobierno tampoco puede ni debe atacar con sus palabras a aquellos que, previamente, ocuparon los puestos de mayor responsabilidad en la Hermandad, ya que de esa forma, entraríamos en un ridículo y triste círculo vicioso en el que, fundamentalmente, prevalecería lo político, y olvidándonos así de lo más importante, que es Dios, y que nosotros somos sus hijos, siendo nuestra labor la de buscar el bien, y no limitarme a criticar y buscar los fallos de aquel que también es mi hermano, aunque a veces se me olvide.

Cofrades, que nos quede muy claro el mensaje: busquemos la unión, y no convirtamos nuestros cabildos generales en auténticos núcleos bélicos, porque de lo contrario, lo mejor sería dar cerrojazo a nuestras Hermandades, e ir buscando otra forma de buscar la Palabra del Señor, la que aún hoy nos sigue enseñando, aunque no la queramos escuchar.

Foto: Francisco Santiago










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