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  • jueves, 2 de mayo de 2024
  • faltan 346 días para el Domingo de Ramos

Opinión. Y, sin embargo, se puede. El Diputado de Cruces


En el repaso veraniego de lo acontecido en la pasada Semana Santa, hay algo que llama poderosamente la atención. Me refiero a como, el Domingo de Ramos, las hermandades pudieron entrar antes, en bastantes casos, de las horas previstas, a pesar del retraso acumulado en la carrera oficial. Me consta que esto fue muy agradecido por muchos de los auténticos protagonistas de las estaciones de penitencia: los nazarenos de cirio, cruz o insignia y sé que alguna junta de gobierno está preparándose para contestar adecuadamente a los hermanos que en los próximos cabildos de salida van a levantarse para pedir acortar significativamente el tiempo de estancia de la cofradía en la calle. Y es que la gente no es tonta y las cuentas son muy sencillas: si entramos con una hora de retraso en La Campana y llegamos media hora antes a casa, pues …, eso, que se puede.

Todo esto contrasta fuertemente con algunas declaraciones que se han podido leer y escuchar (esto mejor, ya que así, además de saber lo que se dice, se conoce como se dice, el tono, vamos), hechas por miembros de los cortejos procesionales que, o no llevan túnica, o se la ponen únicamente para coger la vara o el palermo, o sea, para mandar (o hacer ver que mandan): “Este año no ha podido ser”, “a ver si el que viene podemos disfrutar más”, “todo un año preparándose para luego hacer las cosas corriendo”, “os lo debemos para el año que viene”,… Tanto es así, que en una de las entrevistas que he podido escuchar, el locutor no tuvo más remedio que exclamar,  “pero, al menos, habéis salido, ¿no?”. Y la contestación, con voz compungida y triste, parecía que al borde de las lágrimas, “sí, claro, por lo menos eso, pero es que…”.

Por supuesto que se menciona el pecado y no al pecador, ya que, afortunadamente, los que piensan así son los menos. El problema es que su voz es la que más se escucha (porque los demás guardamos demasiado silencio) y parece que son los que más influencia tienen, pues, al final, en los años buenos, las cofradías entran a las tantas, sin respetar el cansancio de los nazarenos que, en algunos casos, ven las puertas de su iglesia una hora antes de poder cruzarlas (otro día también podemos hablar de las “excursiones” que organizan algunas cofradías que, con los templos a la vista, se dedican a dar vueltas y vueltas, dejando eso del camino más corto sólo para los mismos, los de la papeleta de sitio). De todas formas, la frase que se ha llevado la palma ha sido aquella de “es que hemos tenido que correr porque la hermandad lo necesitaba”. ¡Toma ya! ¿Es que, acaso, no estamos todos siempre al servicio de nuestras hermandades? ¿O es al revés?

Cuentan los mayores que, antes, los pasos andaban siempre de frente, sin alardes innecesarios y sin entretenerse, que las “revirás” no eran eternas, que las marchas no se empalmaban unas con otras y, sin embargo, la Semana Santa era bellísima y muy concurrida. Tengo la impresión que, hoy, se nos está yendo entre los dedos por el excesivo afán de protagonismo, por el uso abusivo de la palabra disfrute y por los intereses económicos de unos y otros. Claro que hay que pasarlo bien, cada uno en lo que le gusta, pero teniendo siempre en cuenta que lo más importante debiera ser el respeto para aquellos que están haciendo la estación de penitencia de manera anónima bajo su antifaz y que se cansan más de lo que dan a entender. Hasta que un día se harten del todo y se vayan. Yo soy incapaz de imaginarme un cortejo de Semana Santa sin nazarenos, qué quieren que les diga.

Sin embargo, a lo mejor (bueno, a lo peor) éste es el signo de los tiempos y esto significa adaptarse a la época en la que vivimos. No lo sé, espero que no, pero, al menos, que haya un debate claro, donde todos podamos expresarnos sin miedos y sin coacciones. Porque el pasado Domingo de Ramos demostró que otras formas son también posibles sin restar un ápice de belleza y religiosidad, ¿verdad?

diputadocruces@yahoo.es

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