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Opinión. Las nuevas cofradías. El Diputado de Cruces.


 Esta frase: “¡Con lo bonitas estarían las cofradías nuevas por sus barrios, para que las vieran las gentes de su barrio!”, no la ha dicho un indocumentado recién llegado a nuestra Semana Santa, sino un cofrade con un bien ganado prestigio y con muchos años en este mundo. Y como él, muchos otros se están pronunciando en el mismo sentido, otra vez, aprovechando que Palacio ha tenido a bien erigir (asumo que el Cardenal sabe mejor que nadie, aunque algunos se permiten dudarlo, cuales son las necesidades pastorales de la diócesis y como solucionarlas) una nueva hermandad de penitencia que, como es lógico, quiere ir a la Catedral.

La frase en sí no es más que un reflejo de una forma de pensar muy anclada en un amplio sector de la autollamada ortodoxia cofrade. Dice muchas cosas y deja vislumbrar otras. Por ejemplo, se refiere expresamente a las nuevas cofradías, porque las que ya están, o sea, nosotros, somos intocables. Es decir, ¿la Macarena no estaría bonita visitando su arrabal? ¿O el Señor saliendo a la derecha de Su plaza en vez de a la izquierda?  ¿O la Esperanza de Triana entrando en los rincones de la vieja cava?

Todos hemos descubierto la Semana Santa en alguna etapa concreta de nuestras vidas y hay una (o unas) Semana Santa especial que se nos ha quedado grabada en el corazón y en la memoria. Y nos gustaría que siempre fuera así, volver a vivirla tal cual. Pero no es posible. Los tiempos cambian y las costumbres evolucionan. Imagino que cuando las hermandades de Triana empezaron a cruzar el río, hubo muchos cofrades de entonces que se mostraron en contra, aduciendo razones sobre la medida, el “tempo” (palabra nueva en los últimos días, a la que ya nos referiremos en otra ocasión) y lo que ya sabemos. O, en épocas más recientes, pasó algo similar con La Paz, San Gonzalo, Santa Genoveva, La Sed y El Cerro. Afortunadamente, todo siguió hacia delante y hoy nos sentimos orgullosos de estas hermandades y de cómo es la Semana Santa. 

¿Se imaginan la Semana Santa de hoy si las hermandades extramuros no hubieran arrostrado, en su momento, los riesgos y el sacrificio de adentrarse en la ciudad por difíciles y tortuosos caminos? ¿O cómo sería si las de Triana no se hubieran decidido a atravesar el puente de barcas contra, literalmente en muchas ocasiones, viento y marea? ¿Por qué lo hicieron? ¿Qué afán les llevó a tomar esas decisiones en esos tiempos?

Yo creo que sí caben más cofradías. Es cuestión de sacrificarnos todos un poco (una marchita menos, una coreografía más reducida, una “revirá” menos lenta,…) en lo que tenemos y nos gusta. Pero, si efectivamente no es así, no se engañen, ni 59, ni 58, ni 57 son los números mágicos. Sobrarían bastantes más y, entonces, habría que echarle imaginación al asunto, pero partiendo de un hecho claro: hacemos estación de penitencia a la Catedral porque es bueno y conveniente para el que la hace, por lo que, desde un punto de vista cristiano, no podemos negársela a nadie que realmente pueda hacerla. No somos funcionarios y la antigüedad no puede convertirse en un factor decisivo que se imponga a los valores recogidos en la palabra hermandad. Y para las cofradías que, efectivamente, no pueden ir a la Catedral (Bellavista, Alcosa, Torreblanca, Padre Pío), hay que dignificar el Viernes de Dolores y el Sábado de Pasión como días para sus procesiones.

Pero hay otra cosa en la frase del principio que me llama la atención: ver a las “cofradías nuevas” queda para la gente de sus barrios. Es como si estuvieran en Pamplona. Claro que no es obligatorio que todos veamos todas las cofradías, pero que yo sólo quiera ver las que a mí me gustan no me legitima a intentar crear un ambiente en contra de que las demás vayan a la Catedral. Porque esas hermandades nuevas sí que están radicadas en barrios de esta misma Sevilla a la que tanto decimos querer. Barrios con sus problemas y, quizás, alejados y olvidados. Pero la Semana Santa, con su poder integrador, permite que, al menos, un día al año esos barrios se presenten en el centro con sus mejores galas, su hermandad, para hacer lo mismo que nosotros llevamos ya más de cuatro siglos haciendo, la estación de penitencia en la Catedral. Y esas hermandades están formadas por sevillanos, conciudadanos nuestros y, lo que es más importante, hermanos en la fe que manifestamos profesar tal y como nos pronunciamos orgullosos el día de la función principal. ¿O no?

diputadocruces@yahoo.es

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