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Después de la Alegría (19.05.08). Antonio Muñoz Maestre


 Se han evaporado los candelabros que pusieron el sol a tus pies. Callaron las voces impacientes que le reclamaron al cielo tu pronta salida. Ahora, con la parroquia vacía y las flores en las manos, me hablas con los ojos de tiempos nuevos.

Ayer, con las naves abriendo carriles humanos  a tu trono dorado, subimos apresurados a la torre, porque el aire quiso empaparse de la humedad acumulada en los lacrimales de las alturas. Desde el mirador oteamos el horizonte, y atravesando la atmósfera, pedimos al Dios de tus brazos que dibujase de nuevo su círculo de fuego sobre el lienzo azul. Pero por si fuera poco, llamamos sin voces a todos esos devotos tuyos que bordan sin descanso un nuevo manto rojo clavel más allá de las nubes.   El horizonte nos respondió abriendo el aire como un mar rojo de la judería. Sonreímos y lo vimos de nuevo claro.

Compartimos con tanto pueblo junto la explosión de gozo que hizo latir los corazones de presentimiento. Brotaste como siempre brotas, sobre costales arrodillados y entre avemarías de naranjos.  Exultaron de gozo conventos, vecinos y callejones durante tres horas eternas que dejaron tu suelo bendecido hasta que el próximo mayo encale de nuevo los muros con tu Alegría blanca.

Ahora, ha desaparecido la ráfaga, y apareces casi suspendida en la noche parroquial. Pronto, tu Asunción tomará el camino de vuelta, y descenderás de nuevo a ras de suelo para que vuelvas a ser la Madre diaria desde tu paraíso de plata.

Pero quiero atrapar en el tiempo una última mirada. Te veo ahora ya sin iris ni corona, y vuelven por unos segundos veloces esos primeros golpes de martillo que hicieron estallar en éxtasis a la expectación de la tarde.

Te dejo con la satisfacción nostálgica navegando por mi alma. No ha sido un sueño. Las calles de la judería van recitando enhorabuenas mientras las atravieso en la búsqueda de la vida diaria. Y aún así, no puedo dejar de soñarte como catarata de Alegría, apareciendo por la última calleja.  Como si el tiempo no hubiera transcurrido. Como si hubiera sido ayer.

 

Fotos: Antonio Muñoz Maestre










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