Arte Sacro
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25 años coronada. Rocío Varela


“A mis sobrinas…”

 Hace 25 años que un ancla dorada, marinera en Tierra, se posó sobre tu sien entre una nube de ternura con sabor a Pureza tallada a través de un barrio que peregrina hacia una calle, la calle larga, calle de los balcones con aires de arrabal viejo, calle del verde olor a río, calle de huérfanos transeúntes de ilusiones, calle donde habita, duerme y sueña la Esperanza. Hace 25 años salió sin Corona, sin nazarenos pero con penitentes... envuelta en una luz con revuelo de gentío, de corazones fieles a unos ojos que transmiten luz en la noche más oscura de la ciudad, allá en tiempos de madrugá… Hace un cuarto de siglo que a un ángel Bueno, recibido en la Tierra con el nombre de Monreal, le temblaron las yemas de sus dedos al acariciar la cabeza de la Virgen y sentir el olor de la Esperanza mientras se posaba un rezo en cada latido de todos los presentes que llegaba hasta cortar la respiración entre la proximidad de la dulzura de la Madre y el rumor de celos de toda mirada escondida entre las columnas de la catedral.  

Y ahora parece que no ha pasado el tiempo por Ella. Sigue tan esbelta como siempre, con su brisa altanera de esos atardeceres donde se esconde el último rayo de sol mientras juguetea con las campanas de Santa Ana. Sigue donando esperanza a todo aquél que se acerca hasta su Casa. Sigue recogiendo en el ancla de su pecho la angustia de sus fieles. Sigue regalando ternura y amor a ese navegante que, sin rumbo, exclama y desea beber de sus labios. Y sigue teniendo a Su Hijo, Caído Tres veces (tres de Triana) envuelto en lirios de aniversario.

Allá, donde se une el mar con el cielo se fundirá la Esperanza. Bajo su palio, adornado con pétalos de vida, de alegría, de reminiscencias, de la nostalgia y el reencuentro de todos aquellos que lo vivieron y la incertidumbre, el misterio y el deseo de los que lo vivirán estos días. Será algo novedoso, sin duda, para los que nos quedamos a las puertas de aquélla vivencia.

Cuando se despida de su gente que recuerde que durante varios días (que seguramente serán eternos para el Mudo de Santa Ana) cerrará sus pestañas rodeada de silencio, de la frialdad de unas enormes naves que nada tienen que ver con el cobijo de  las placitas de su barrio. A mí tan sólo me queda pedirle que mientras duerma, sueñe,  alimente de Esperanza y alborote al Niño de la Virgen de los Reyes, tome conciencia que al amanecer habrá una Estrella que le dará los buenos días y le guiará el camino hacia el corazón de su gente. Que mantenga la Salud y el Soberano Poder del navegante que, sigilosamente, se acerque hasta sus pies. Que, de regreso, por el puente, de carey y plata, siga endulzando con lágrimas de Esperanza el secreto del aniversario de otra Madre (la de María Santísima de La O ). Y que la Expiración del Hijo Crucificado, le llene de sonrisas al ver a Su Esperanza reflejada en el espejo de cada nube. Todo ello lleva consigo tras 25 años de ser coronada, porque lo hermoso de su corona no es la belleza de la misma sino las manos entre lazadas y los labios, mudos, orando de cualquier abuela, de esas que vivió en un corral de la calle San Jorge y que ahora tiene colgado en su balcón del altozano un lema; Triana con su Esperanza…

Rocío Varela

Foto: Eduardo Fdez. López.










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