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La consagración de Antonio Moreno Pozo. Mateo Olaya Marín.


 Para ciertos diletantes, Antonio Moreno Pozo no es un desconocido. Pero no lo es desde hace tiempo, no desde que se ha anunciado su primer premio en el concurso de composición III Memorial Manuel Font de Anta de Sevilla con la marcha “Sine labe concepta”. Mejor dicho, era un completo desconocido en el círculo musical cofradiero sevillano, que ya sabemos a estas alturas que peca de endogamia y ombliguismo en casi todos sus estamentos, salvo excepciones, como la de Gutiérrez Juan, que por eso mismo entre otras cosas, por su apertura de miras, está marcando época en la Banda Municipal.

Quizá no necesitábamos un galón tan significativo como el citado premio, para advertir la grandeza de este compositor. Nos ha bastado la escucha de muchas de sus marchas, desde las primeras que hizo siendo director de la Agrupación Musical “Ntro. Padre Jesús de los Afligidos” de Puente Genil, hasta “Desconsuelo” para la Redención de Córdoba, por citar una entre tantas, para ver en él a un músico de profunda inspiración y amplia desenvoltura en el uso de recursos armónicos y melódicos.

Pero el hecho de que haya ganado contra todo pronóstico este prestigioso concurso, que algunos se empeñan y esfuerzan vanamente en desprestigiarlo, refrenda por una parte la opinión que sosteníamos muchos de colocarlo entre uno de los mejores compositores en la actualidad; y por la otra refuta las teorías anquilosadas de muchos músicos que se creen en la élite y que continuamente minusvaloran la música que se escribe para agrupaciones musicales.

A alguno puede que no le falte razón si tira de fonoteca y se topa con la mayoría de las últimas marchas de los Reyes de Sevilla. Pero desde que salió a la palestra la Agrupación Musical “Ntro. Padre Jesús de la Pasión” de Linares, con su compositor bandera Nicolás Barbero, se abrió un nuevo camino en la composición de marchas para agrupación, y con él un estilo totalmente renovado, impregnado de lo académico, religioso y una formación exquisita traducida en composiciones hasta entonces inusuales y sorprendentes.

Que Sevilla, cuna de las agrupaciones musicales, siga dando vueltas sobre ella misma sin aportar apenas nada interesante en este género y perdiendo peso específico en estos albores del siglo XXI, no significa que el resto de escuelas musicales, como la cordobesa o la jiennense, no estén descollando como lo están haciendo. Una tiene a la Redención de Córdoba como principal embajadora, y la otra a la Pasión, y ambas se rodean de formaciones musicales que destilan cada año piezas musicales de notable enjundia, salidas de la inspiración de compositores únicos que han sabido comprender la grandeza potencial de las agrupaciones y extraer de ellas expresiones sonoras que muchos ni llegarían a pensar. De seguir así, Córdoba y Jaén, serán, si es que no lo son ya, en un tiempo para el género, lo que Sevilla fue en los años ochenta y noventa.

Por eso la victoria de Antonio Moreno en el concurso sevillano, es la victoria de esta corriente musical de las agrupaciones musicales cordobesas y jiennenses, a la que se está sumando las gaditanas. Por eso su premio nos alegra por diversos motivos.

Por un lado, que un desconocido para el jurado supere a apellidos como Pedrosa o Bedmar, viene a demostrar que son absolutamente falsas las acusaciones de amiguismo y enchufismo en el concurso que proclamaba un sector. Por el otro, es la consagración de Antonio Moreno en una ciudad que hasta ahora le ha sido esquiva y le ha mirado de soslayo. A buen seguro que una partitura que entregó a finales del año pasado a la hermandad de la Esperanza de Triana, y que llevaba todos los visos de pasar más meses relativamente arrinconada sin ningún aprecio merecido, será ahora lo suficientemente preciada para que la banda de Santa Ana de Dos Hermanas la llegue a tocar tras el palio. En las manos de los hermanos de esta cofradía, está el que no se repita otro capítulo como el ocurrido con la marcha “Triana tu Esperanza” de José de la Vega, que hasta que no la grabó la Municipal de Sevilla, los tercos oídos de algunos no se abrieron.

Antonio Moreno nació en 1981 en Puente Genil y cursó estudios musicales de trombón, que por desgracia tuvo que dejar a causa de una enfermedad en el labio que le imposibilitaba ejercer el instrumento. Pero para él no fue escollo suficiente y se entregó en cuerpo y alma a la investigación y composición musical. Desde que vio la luz su primera marcha en 1999, hasta la fecha, este músico pontanés suma la friolera cifra de cuarenta y cuatro marchas procesionales, la inmensa mayoría de ellas para agrupación, y de forma puntual para cornetas y tambores y bandas de música.

Se inició en su banda, la Agrupación Musical “Ntro. Padre Jesús de los Afligidos” de Puente Genil, de la que es su director, con la composición “Rosarios en tu Aflicción”. Después vendrían numerosas marchas para esta formación, tales como “Señor de los Afligidos” (2001) “Misericordia Samaritana” (2001) “Y fui tu costalero” (2002) o “Abrazado al Madero” (2004) Todas ellas eran de extrema originalidad y valor. Ya en aquellos años esta banda llamaba la atención en los conciertos no sólo por el compacto sonido y la elegancia en su interpretación, sino también por ese repertorio propio de marchas surgidas en el horno de su director.

Las primeras bandas distintas a la suya que le confiaron la composición de una marcha, fueron la magnífica agrupación musical “Ntro. Padre Jesús de la Redención” de Córdoba, dirigida por Manuel Luque, con la titulada “Mi Niña Gitana” (2005) y la agrupación musical del Despojado de Jaén, otra formación de sumo interés, con dos soberbias composiciones: “Prendido en San Lorenzo” y “Al Gran Poder”, ambas del 2005.

A partir de la difusión que se iban haciendo de sus composiciones, los encargos llovían. Vendrían “Soberano de la Vera Cruz” (2006), “Esperanza Nazarena” (2006) y “Vía Crucis en el Arrabal” (2007), un tríptico musical antológico para la agrupación musical “Cristo de la Salud” de Alcalá la Real de Jaén. También “Y Pilatos te sentenció” (2006) para la agrupación musical “Virgen de las Angustias” de Cabra, y tantas otras más de las que han destacado especialmente “Angustias en tu Regazo” (2008) del Despojado de Jaén, y “Desconsuelo” (2007) de la ya mentada agrupación musical de la Estrella de Córdoba, monumental composición inspirada en la expresión de dolor y desamparo de María en el episodio trágico de la Pasión de su Hijo.

Piezas para cornetas y tambores, música de capilla y bandas de música (“Triana con su Esperanza” o “Corona de Esperanza”) jalonan igualmente su trayectoria musical. Pero de todo, llama especialmente la atención la obra “La Pasión de Cristo”, poema sinfónico para grupo de metales, que constituye una música magnánima inspirada en los pasajes de la Pasión de Cristo y que por justicia en algún momento deberá estrenarse como merece. Por su concepción tan original, y por la calidad de todos los números que integran esta obra, el día que este poema sinfónico vea la luz, Moreno Pozo habrá dejado para la historia de la música de nuestras hermandades una obra de tal envergadura como para ser reconocida entre lo más sobresaliente.

Repito. Quédense con este nombre: “La Pasión de Cristo”. Puede que lo escuchemos en un futuro no muy lejano.

mateo_olaya@yahoo.es
www.elatril-clavesol.blogspot.com










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