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Reflexiones de un hermano de La Trinidad. Damián Díaz-Castelar


 Por tradición familiar pertenezco a la Hermandad de La Santísima Trinidad, esto he de agradecérselo a dos grandísimos cofrades ya en la Gloria. A mi abuelo José y sobre todo a mi querido tío José Antonio, que se nos fue junto a su Esperanza el pasado 12 de Junio. Ambos, de recuerdo imborrable, fueron los que nos transmitieron el sentimiento trinitario y los que se preocuparon de apuntarnos en la nómina de la cofradía según íbamos naciendo, acercando a la Hermandad a varias generaciones de familiares y amigos.

Estos días tan duros para la familia me han hecho recordar los momentos tan hermosos que viví en mi querida Trinidad, y reflexionando con nostalgia he echado la vista atrás en el tiempo para preguntarme ¿Qué queda de aquella cofradía que, allá por los años 70, comenzamos a acompañar de nazareno con  varita?

Cuando yo era un niño nuestro primitivo Cristo de las Cinco Llagas, talla del S. XVI que aún hoy se conserva en la Hermandad , fue sustituido hasta en dos ocasiones por sendas imágenes de Manuel Hernández León, porque “al parecer, no era posible su restauración”. También sobre ésa época, nuestro espléndido Paso de Palio dejó de ser esa maravilla, única y sin posible semejanza, que llamaban “ la Esperanza Blanca ” para seguir siendo uno de los palios más completos, sí, pero desvaneciéndose para siempre el personalísimo sello de distinción de antaño.

En la década de los 90 la Hermandad centró sus esfuerzos, tanto humanos como económicos, en el complicado proyecto de “recuperar” el paso del Sagrado Decreto. Pero lejos de recuperar la iconografía del primitivo misterio alegórico, éste acabó rehaciéndose casi por completo perdiéndose por el camino lo que en principio pretendía rescatarse para la Semana Santa.

Ya en pleno S. XXI, en 2002, se acometió un nuevo cambio de imagen del Santísimo Cristo, que ya no es el primitivo del S. XVI, ni ninguno de los que gubiara Hernández León, sino otro más, obra de Álvarez Duarte y que suponía ¡la tercera talla en veinte años.

Las múltiples equivocaciones del pasado, todas cometidas desde el cariño a la Hermandad , puede que ya no tengan solución, pero otras tal vez sí.

Como todos sabrán, el próximo domingo 20 de junio (D. m.), a partir de la una de la tarde, se celebrará un cabildo general extraordinario de hermanos para tratar la posible enajenación de nuestro sensacional canasto procesional que realizara el tallista José Gil en los años 30. Así las cosas, considero que estamos ante una oportunidad única para no volver a caer en la dichosa novelería, que parece acompañarnos como mal endémico condenándonos a una eterna e inaceptable “renovación”.

Cualquier cofrade que se precie sabe que desprendernos de esta joya neobarroca supondría una pérdida irreparable para la Semana Santa en general y para La Trinidad en particular. Es un “tesoro” cultural e histórico de la Hermandad que no debe tener ningún “valor comercial” y es nuestra responsabilidad que siga formando parte de nuestro patrimonio, sobre todo teniendo en cuenta que  en el mundo cofradiero se han realizado con éxito complicadas restauraciones de piezas mucho más antiguas y deterioradas que nuestro magnífico Paso. Estoy convencido de que si verdaderamente quisiéramos conseguiríamos mantenerlo y restaurarlo, por eso no pierdo la esperanza de que así sea.

Rezuma un sabor antiguo que nos transporta a una “Semana Santa que se fue” y que vivieron nuestros abuelos. Destila solera y clasicismo como pocos pasos lo hacen hoy en Sevilla, nos recuerda al del Señor de la Salud de San Bernardo o al de las Siete Palabras, auténticas maravillas que nada tienen que ver con las estridentes modas imperantes en el mundo de la gubia. Sería injusto privar a las futuras generaciones de disfrutarlo como lo hemos hecho nosotros. No dejemos que nuestro paso de misterio se convierta en “uno de tantos”, sin la personalidad ni el carácter que confiere el paso del tiempo. No permitamos que nos ocurra como a otras muchas Hermandades que, aún hoy, se arrepienten de haber enajenado piezas importantes de su patrimonio.

Somos una Corporación cinco veces centenaria, no siendo muchas las cofradías que puedan presumir de ello. Sin embargo, conforme avanzan los años, vamos eliminando la impronta romántica y todo aquello que sepa a clásico o tenga el regusto de la historia. Compárese con otras Hermandades varias veces centenarias, que han sabido mantener sus señas de identidad, su originalidad y su patrimonio simplemente conservando lo que les fue entregado.

Hermanos ¿Por qué a pesar de nuestra antigüedad nos empeñamos en parecer una Hermandad nueva, sin más pasado que unas pocas décadas? ¿Es esto lo que queremos para la Trinidad ?...Hagamos todos examen de conciencia y actuemos en consecuencia.

Foto: Francisco Santiago










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