Vaya mierda, con perdón

Francisco Santiago. Pocas cosas quedaban ya por ver, pero lo de los coches de caballo va clamando al cielo. Vale que es un reclamo turístico, vale que son tradicionales, pero igualmente vale que el entorno de la Catedral es una cloaca con olores a mierda y orín gracias a este servicio.

Lo último ya es el “regalito” que dejó uno de estos equinos en la calle San Gregorio y que, como ven en las imágenes nazarenos, capataces y costaleros tuvieron que pisar, por narices, dichos excrementos.

El siglo XXI también debería de llegar también para este tipo de atracciones.

Fotos: Francisco Santiago