Opinión (con rectificación). La estación de penitencia de la Hermandad del Sol. El Diputado de Cruces.
Ayer, durante unas horas, estuvo publicado un comentario en el que este diputado se preguntaba si la Hermandad del Sol había hecho estación de penitencia o simplemente se había refugiado en la Catedral, ya que, a pesar de estar toda la tarde escuchando la radio y viendo la tele, en ningún momento pude averiguar si se habían rezado las oraciones y hecho las meditaciones propias de dicha estación. Bueno, pues sí, la hermandad, una vez más dando ejemplo de lo que debe hacerse (y no es la primera vez que escribo esto) y pese a las muchas dificultades que tuvo que sufrir en la tarde del Sábado Santo, realizó su estación de penitencia con toda devoción, lo que se unió al magnífico comportamiento que todos (insisto, todos) los miembros del cortejo tuvieron durante las muchas horas de espera en el templo catedralicio. Lo curioso es que ésta debiera haber sido la noticia y, sin embargo, fue algo que pasó totalmente desapercibido (¿para qué tanta información, si lo fundamental es obviado?).
Como rectificar es de sabios (aunque sería preferible no tener que hacerlo por no haberse equivocado previamente), sirvan estas líneas como rectificación y petición de disculpas. De todas formas, mi comentario en ningún momento iba en contra de la hermandad, sino que intentaba reflexionar, una vez más, sobre la (poca) importancia que damos (en general y se ha demostrado que no es el caso del Sol) a la estación de penitencia en la Catedral. Y, como ejemplo, escribía sobre la, en mi opinión, absurda norma (con la que, sorprendentemente, transigen los hermanos mayores) que dice que si una cofradía debe refugiarse por mal tiempo (o por cualquier otra circunstancia), entonces es obligada a volver a su iglesia (si ello es posible) sin continuar hacia la Catedral. La aplicación a rajatable de esta norma, que tiene pleno sentido si hay otras hermandades en la calle a las que se pudiera afectar, ha llevado en algunas ocasiones que ya hemos vivido, a que algunas corporaciones no hayan podido cumplir con su regla de hacer estación de penitencia, aunque hubieran podido hacerlo perfectamente. Y que no se escude nadie en el CECOP, pues este año este organismo ha demostrado una gran flexibilidad y competencia, cambiando dispositivos con rapidez y eficacia, demostrando que cuando las cosas se quieren hacer, se hacen.
En fin, quede constancia que, a pesar de las dificultades, las circunstancias adversas y el lógico nerviosismo, la Hermandad del Sol hizo, con todo rigor y devoción, su estación de penitencia en la Catedral. No voy a dar mi enhorabuena por ello (pues es lo que se esperaría de cualquier hermandad), pero sí las gracias. Y, una vez más, mis más sinceras disculpas.
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