Arte Sacro
  • Noticias de Sevilla en Tiempo Ordinario
  • miércoles, 22 de mayo de 2024
  • faltan 326 días para el Domingo de Ramos

Opinión. El patrimonio humano. El Diputado de Cruces


Decir que las hermandades tienen un enorme patrimonio que cuidar es una obviedad. Por un lado, está el patrimonio material, no sólo artístico, que recibimos de nuestros mayores y que tenemos la responsabilidad de pasar a nuestros hijos, engrandecido, si es posible. Hasta hace poco tiempo, no se ha comprendido bien la necesidad de salvaguardarlo. Piensen, si no, en la gran cantidad de enseres, incluyendo imágenes, que a lo largo de los siglos se han cambiado, privando a Sevilla de piezas valiosísimas a las que hoy se puede contemplar y/o dar culto en otras localidades. Y aunque poco a poco se va asimilando la necesidad de mantener, restaurar y cuidar este patrimonio, todavía se cometen errores en su protección, como recientes y lamentables sucesos han demostrado.

Está, además, ese patrimonio intangible que conforma nuestra historia, nuestras tradiciones, nuestra forma de ser, en una palabra, nuestra idiosincrasia y, que como ya he escrito en otras ocasiones, creo que estamos banalizando hasta límites que empiezan a preocupar. Y, por último, aunque no menos importante, tenemos el patrimonio humano formado por los hombres y mujeres que forman la hermandad o se relacionan íntimamente con ella. Estas tres patas soportan un banco que es el fundamento de la supervivencia de las hermandades ante los avatares de la historia. ¡Cuántas hermandades han llegado a un alto grado de postración, incluso han llegado a desaparecer, por no cuidar sus enseres, por olvidarse de su origen, por menospreciar a los hermanos y devotos o por todo a la vez!

Hoy voy a referirme al patrimonio humano de las hermandades, pues últimamente se ha hablado mucho de él y se ha usado a conveniencia. Ha servido para justificar no salidas por parte de hermanos mayores que no debían justificar nada, estaba lloviendo o iba a llover y ya está. Ha servido para criticar la estación de penitencia de la hermandad de la Vera-Cruz (volveré a ello unas líneas más abajo). Ha servido para justificar la estación de penitencia de la hermandad de la Vera-Cruz. Sirve para, en ocasiones, hacer ganar elecciones a hermano mayor y, en ocasiones, para hacerlas perder. En fin, se nos llena la boca hablando del patrimonio humano, pero, de verdad, ¿nos interesa tanto su cuidado?

Dos botones de muestra que, al menos, pueden inducir a la reflexión. En la mañana del Viernes Santo, las cofradías de capa de la Madrugá entraron con alrededor de dos horas de adelanto, si no más, debido a las amenazas de lluvia, que luego se cumplieron. Lo cual demuestra, dicho sea de paso, que los pasos (valga la redundancia) cuando quieren andar, andan y que los recorridos están, por así decirlo, algo “inflados”. Todo ello supuso un enorme alivio para una gran cantidad de nazarenos que este año no tuvieron que soportar parones interminables, lentitud insoportable y todas las molestias físicas que estos conllevan, sobre todo, después de muchas horas con la túnica y el capirote puestos. Además y también a causa del citado adelanto, se han visto menos nazarenos vestidos con sus atuendos penitenciales, fuera de las cofradías tomándose su cafelito y sus churritos tranquilamente sentados en un velador, lo cual, aunque todavía haya quien lo niegue, produce una muy mala imagen de nuestra Semana Santa. Como es natural, el debate se ha abierto. Pues bien, he podido escuchar a dos dirigentes de dichas hermandades, asegurando que lo de este año ha sido excepcional y que, salvo que se repitan las circunstancias, no volverá a ocurrir. Curiosamente, los dos han utilizado una frase muy similar, no se puede hurtar al barrio su fiesta de cada Viernes Santo. Incluso uno de ellos ha aludido al cumplimiento de sus reglas para justificarse, obviando que para cumplir con dichas reglas hay soluciones, digamos, “más cortas”. Aquí ya no cuenta el patrimonio humano, ya no se piensa en esos nazarenos sobre los que todos tendríamos que estar de acuerdo en reconocer como auténtico pilar de esta celebración, sin los que no debiera ser posible, aunque ya estamos viendo que están pasando al final de la lista de factores importantes, si no más atrás, salvo, eso sí, cuando hay que justificar alguna decisión difícil.

Otro ejemplo, la estación de penitencia de Vera-Cruz este año, sin pasos. Yo ya he escrito que no lo tengo claro y ha habido opiniones para todos los gustos. Sin embargo, me han sorprendido las declaraciones sobre el tema de cierto alto cargo de la curia sevillana con responsabilidad en el mundo de las hermandades, aludiendo a lo que estamos hablando, a que hay que cuidar al patrimonio humano, a que las calles estaban mojadas, a que había mucha humedad, que se podían producir resfriados y complicaciones posteriores, que…. En fin, pensé, a este sacerdote no le ha gustado la salida de Vera-Cruz y se agarra a estos argumentos, con su parte de razón, para criticarla. La sorpresa vino cuando, instantes después, usando algún rescoldo en la conversación con el periodista que le interrogaba, volvió a insistir en lo mismo, la preocupación por la salud de los nazarenos (muy loable, por supuesto). Y se me puso la mosca detrás de la oreja, ya que estoy convencido que por Plaza Virgen de los Reyes no dan puntada sin hilo. ¿Qué mensaje se estaba intentando transmitir (sí, ya sé, quizás me esté volviendo paranoico)? Porque este razonamiento es fácilmente extrapolable a otras situaciones. Si hay que pensar muy mucho salir en las condiciones en que lo hizo Vera-Cruz el pasado Lunes Santo, en razón de la salud de los nazarenos, entonces, si está lloviendo dos horas antes de una salida, tampoco se sale, aunque luego mejore totalmente el tiempo, ya que los nazarenos se tiene que desplazar a los templos y van a llegar empapados, manteniendo la humedad de sus túnicas todo el recorrido. Que ni se vistan, vamos. O si un día hay pronóstico de temperaturas altas, que las hermandades que salen temprano no lo hagan, pues sus nazarenos se pueden deshidratar enfundados en esos terciopelos, con tanto calor. Y si hace viento (o va a hacerlo), tampoco, pues hay riesgo de desprendimiento de ramas y cornisas. Así, todo lo que ustedes quieran. Insisto, ¿qué se está intentando decir? Este sacerdote olvida que cuando alguien se viste de nazareno, lo hace libremente, por propia decisión y está capacitado, por ejemplo, a renunciar a hacer la estación de penitencia si considera que las circunstancias (las suyas y las externas) han cambiado lo suficiente para no aconsejárselo. Y sorprende que no se haya pronunciado con tanta insistencia sobre esos recorridos tan artificialmente hinchados, sobre esas entradas tan tardías, sobre esos ritmos tan excesivamente lentos, que también atentan al bienestar y la salud de los nazarenos.

En fin, como ven todos utilizan (utilizamos) a su antojo y para sus intereses (que pueden ser absolutamente bienintencionados) al patrimonio humano de las hermandades. Y todos olvidamos una característica fundamental de este tipo de patrimonio, que es, eso, humano, formado por personas que piensan y sienten, que tienen sus propias opiniones y su propia voluntad. ¿Verdad?

diputadocruces@yahoo.es

Artesacro no se hace responsable de la opinión de sus colaboradores; en cualquier caso, pueden dirigirse a ellos directamente usando la dirección de correo electónico que aparece en la página.

 










Utilizamos cookies para realizar medición de la navegación de los usuarios. Si continuas navegando, consideramos que aceptas su uso.