La única en la calle del Martes Santo

Carlos Jordán. A las 16:30 de la tarde aproximadamente un miembro de la junta de gobierno de la Hermandad de Los Estudiantes se asomaba por la puerta principal del Rectorado para informar a los medios que allí nos concentrábamos de que este año se volvían a quedar en casa. La lluvia ignoró por completo las plegarias de los miles de sevillanos que imploraban, desde primera hora de la mañana, que el milagro se hiciera presente y el Cristo de la Buena Muerte pudiera abrumar nuestros corazones con la serenidad que de su rostro se desprende mientras camina, al son de sus costaleros, por las calles de la ciudad.

Aunque en ese momento la decepción se hizo patente en la calle San Fernando, pocos minutos después se produjo una fuerte lluvia que, aunque breve, habría sido suficiente para estropear toda una cofradía en la calle. La Lonja del Rectorado de la Universidad de Sevilla se convirtió momentáneamente en un mar de paraguas abiertos, pero ni ese pequeño aguacero calmó los ánimos de los allí presentes por, aunque fuera, contemplar el traslado de los Titulares de la Hermandad a su capilla, ya que estaban colocados en uno de los patios internos del edificio.

Hasta pasadas las 17:30 no se produjo ese momento, ya que los miembros de la junta de gobierno de Los Estudiantes estaban esperando que el tiempo diera una tregua. Mientras, los hermanos nazarenos rezaron varias oraciones frente a los dos pasos, y seguro que muchos de ellos lo hacían por que el año que viene luzca un sol radiante durante toda la jornada de un Martes Santo que, lamentablemente, le está cogiendo el relevo al Viernes Santo.