El Martes Santo que a Carmen Lomana le desmontaron el circo. Antonio Sánchez Carrasco

Y mira que tengo ganas de Martes Santo. Repasando mentalmente, es el único día de la Semana que tengo amigos en todas las cofradías. Y empezó en mi barrio, aquellas calles que casi 38 años me soportaron, en el Cerro. Una hermandad en la que necesitaría tres folios para nombrar los amigos que debían de estar pasando un mal rato, al no llenar Afán de Ribera de capirotes rojos. El día avanzaba y poco a poco, nos íbamos adentrando en un doloroso negro azabache que se adueñaba del cielo como si fuera suyo.

Mientras mi sobrino Curro (monaguillo de Santa Cruz), pretendía buscarle un paraguas a su Cristo de las Misericordias para irse a la calle, fueron cayendo ausencias como cuentas de un rosario doloroso.

Y cuando ya la noche se cerró en agua y ninguna cofradía iba a pisar la calle, llegó Carmen Lomana queriendo escenificar su reportaje, para el que traía dos cámaras y hasta una saetera. Fue atendida debidamente por José María Cuadro, hermano mayor de la corporación. Quien con media sonrisa y con la educación debida, le explicó a la televisiva Lomana, que no era día para historias. Que el hecho de que un paso no saliera era motivo de tristeza. La sorprendida diva miraba al hermano mayor sin creerse que le negaran el circo, mientras José María Cuadro razonaba "es que a esta hora debería de estar en la Campana y no aquí"... A pesar de la lluvia y el día triste, muy triste. El saber que aún nos quedan personas como José María Cuadro que entienden el concepto de nuestra fe y sabe cómo hacer las cosas, me dio un punto de tranquilidad.