Homenaje musical a los hermanos costaleros de la Sagrada Cena en su XXV Aniversario.

Arte Sacro. Niños, jóvenes y más de una novia colgando de la reja de entrada a Los Terceros, no era Domingo de Ramos ni una estampa antigua de la Esperanza por la calle Feria.... era simplemente que en la noche del viernes en la calle Sol se congregaron más de 500 aficionados para contemplar, participar con su aliento y, en definitiva, disfrutar con los sones de las que son consideradas, por una gran mayoría, las dos mejores bandas de música de Cristo de la ciudad, la Agrupación Musical Virgen de los Reyes y la Banda de Cornetas y Tambores de Las Cigarreras. 

Y todo gracias a la Hermandad de la Sagrada Cena y sus costaleros, que este año celebran su XXV Aniversario de la cuadrilla de hermanos.

En un acto medido, presentado por el capataz de la corporación Juan León, que nunca se hizo largo pese a acabar cerca de las once y media, con las bajas a última hora de Enrique Casellas y sus sevillanas cofrades debido a sus obligaciones laborales cordobesas. Con los altares presididos por los titulares de la Cena que asistían, como todos, expectantes ante lo que se aseguraba como una noche mágica de compases procesionales.

El prólogo lo puso ... la agrupación musical 'Virgen de los Reyes' que a las nueve y media hacía un pasacalles desde su añorada San Román, para entrar en el Templo y tomar como suyo, y por primera vez en su larga historia, el presbiterio de la Iglesia de la Cena , llenando todos sus vericuetos de las muy conocidas y valoradas marchas “Nazareno y Gitano”, “Al Cristo de los Faroles” o una impresionante interpretación de “Caridad de Guadalquivir”, para acabar su intervención de siete marchas con la que no podía faltar “Hermanos Costaleros”, la cual fue especialmente dedicada por uno de los “alma mater” de la Banda , el polifacético Pepe Carrasco a los costaleros de la Cena en su XXV Aniversario.

Tras la salida de la Banda de “negro” por su uniforme, nunca por su estilo y alegría, Los Terceros se llenaron de una sola voz, la de María José Pedrosa, que de forma estremecedora dedicó su rezo al Señor de la Humildad y Paciencia, con la pasión que acostumbra y con el sentimiento cercano de un costalero que todos los Domingos de Ramos lleva en silencio al destinatario de su canto.

Y tras ella llego el epílogo de la noche ... Las Cigarreras, que como si se tratara del final de un Domingo de Ramos o Corpus, volvió a tomar como suya la nave del Templo de la Cena , con un prodigioso y perfecto derroche de facultades, estilo, saber y sobre todo con una buscada puesta en escena, de cerca de cuarenta y cinco músicos sentados en las dos primera líneas, que dejaban a la vista a las cornetas y tambores que seguían sin pestañear las sentidas y acompasadas manos del inigualable Francis González Ríos, que dirigió a la Banda desde el centro, con un atril por delante, .... sí, un atril, que simplemente y al humilde parecer de este cronista sólo persigue dignificar la figura del músico de la corneta y el tambor, que día a día gana enteros, gracias entre ... unos pocos ... a Las Cigarreras.

Tras este alegato, señalar que las marchas fueron finamente desgranadas por el centenar de músicos, sobresaliendo las dedicadas a la Hermandad anfitriona, “Eucaristía” y el “Himno Eucarístico”, las consagradas “Amor de Madre”  y “Costalero del Soberano” entre otras, para acabar con la “Marcha Real”.

El acto finalizó con el intercambio de recuerdos entre Hermandad y Banda, representados por su Director, Antonio González Ríos y el Hermano Mayor, Tomás Vega, que llevan unidas veintisiete años, como muestra infranqueable de compenetración, seriedad, y sobre todo lealtad, algo que últimamente está faltando en las relaciones de algunas Bandas y Juntas de Gobierno. 

Fue una noche mágica, que sirvió de inicio a un gran fin de semana musical, y si de algo estamos seguros es que próximamente Los Terceros continuará siendo noticia en el ámbito musical, ... ya verán.

Fotos: Julián Hernández Naranjo.