La Madre de Dios, María Stma. Madre de los Desamparados se viste de hebrea en la Hdad de San Esteban

Antonio Rendón. El escultor e imaginero sevillano Manuel Galiano Delgado fue el autor de la Virgen de los Desamparados, sin embargo la Hermandad no conserva el contrato de su ejecución ni ningún documento de encargo, el único testimonio escrito se encuentra en  la página 47 del primer libro de actas de Cabildo de Oficiales donde se dice textualmente, el escultor Manuel Galiano Delgado se compromete con la junta Organizadora de la recién fundada Hermandad de San Esteban a tener la obra finalizada a finales de Abril de 1927 y con fecha día 20 del mismo mes y año los señores Licinio Mediavilla, José Muñoz Lara, Francisco Cómitre y otros, en nombre de la Junta Organizadora de la Hermandad solicita al Cardenal Ilundain que la bendijera bajo la advocación de Ntra. Sra. de la Asunción en el Misterio de su Dolor, pero el prelado hispalense con fecha del 2 de mayo contesta que no se puede admitir esta  advocación por ser errónea o muy equivoco su significado.

Lo que sí está documentado es que su bendición tuvo lugar el día 8 de mayo de 1927 en la Iglesia del Hospital Central, donde algunos hermanos ejercían como médicos.  Esta bendición se llevó a cabo en dicho lugar puesto que la virgen se encontraba depositada allí debido a que la Iglesia de San Esteban se encontraba en obra de restauración. La advocación de los Desamparados fue propuesta por el arzobispo Ilundain, en atención a los enfermos que padecían en dicho Hospital. Iconográficamente se trata de una Dolorosa de las llamadas de candelero, 1´60 metro de alto realizada en madera de pino, destaca en el rostro de la imagen su posición frontal y la morena encarnadura. La actitud doliente de la dolorosa queda marcada por la cinco lágrima que se derraman desde sus ojos entornados e incluso por los labios muy abiertos que parece emitir un afligido sollozo.  Los dedos de las manos están muy flexionados especialmente los de la mano derecha que sostiene la corona de espina o el pañuelo de encaje.

Fotos: Antonio Rendón Domínguez