Por Amor a un barrio. César Villar Romero

Al norte de la bella Híspalis, allá donde termina el paseo del gran río, junto al monasterio de los Jerónimos, aquel, fundado por Diego de Sevilla, que escribió renglones de oro de nuestra ciudad y que hoy intenta despertar de su letargo no siendo siquiera sombra de lo que fue. Allí donde las calles reciben nombres de peces, que no de "pescaos", en aquella zona, desconocida para bastantes Sevillanos, este año se respira aíres cofrades.

En sus calles se mezcla el olor de azahar y de incienso, sus comerciantes cuelgan, orgullosos, en los escaparates, el cartel donde aparece su Cristo y el barrio al completo cambia su disfraz de carnaval por su traje oscuro, soñando con el día que el traje cambie por túnica y es que aquí se ha obrado un milagro, ¿Cómo es posible que el vecino más nuevo  se haya ganado, tan rapido, el corazón del barrio? Es admirable el brillo que destella de los ojos de sus vecinos cuando se postran ante él, la ilusión de su agrupaciòn por cuidar hasta el último detalle los cultos, interno y externo, dentro de su humildad, bendita humildad que nunca falte.

Estoy seguro que el sábado se escribirá una página importante de la historia de San Jerónimo y de su agrupación y espero que Sevilla entera se vuelque con está nueva cofradía y con su Nazareno Misericordioso que ancló aquí su corazón POR AMOR A UN BARRIO.

Foto: Eduardo Fdez. López.