A mis amigos que una mañana de primavera ponen flores a Jesus Sacramentado. Mariano López Montes
Si, porque en este momento y una vez pasado este nuevo Corpus, creo que es hora de rendiros este pequeño y a la vez sencillo homenaje a vosotros, héroes anónimos que, como otros muchos, no pretendéis ninguna consideración homenaje y reconocimiento de esta Sevilla en general y cofradiera en particular en que tanto los prodiga.
Cada víspera de este Jueves, que por suerte brilla más que el Sol, abandonáis vuestros quehaceres profesionales y cotidianos y os reunís bajo el vinculo de la amistad alrededor de la argéntea obra de Arfe con el solo y desinteresado objetivo de poner flores blancas, uvas y espigas, que realcen aun más la mañana del triunfo de la Eucaristía.
Y todo este esfuerzo y dedicación sin el protagonismo y egocentrismo del que tanto pecamos, sin pedir ni siquiera las gracias por vuestro trabajo, supliendo la imaginación en vuestro arte efímero por el profesionalismo. Solo contemplaran vuestro trabajo un enjambre de turistas que se acercan frenéticamente a fotografiar la escena, que, por supuesto, ni os conocen ni os volverán a ver a no ser que vean su obra creativa sacada de sus móviles.
Estos mismos que se creen a "pie juntillas" las explicaciones un tanto altisonantes de sus guías, que les explica a sus desorientados, atónitos y a la vez crédulos guiris; "Esta es una familia que desde el Siglo XVII tiene el honor de poner las flores a la Custodia de Corpus, y este honor pasa rigurosamente de padre a hijos".
Nada más lejos de la realidad, ya que tengo el honor, y esta vez si van en serio, de conoceros y ser vuestro amigo, la familia del Siglo XVII es otra de las mentiras que adornan y mitifican nuestra historia tantas veces inventada. Porque puedo asegurar que aquí cada uno es de su padre y de su madre a ninguno les alumbran los blasones que están tan de moda últimamente y que son cada uno por sí solo y en conjunto el fiel reflejo de una ciudadanía sevillana y cofrade llena de valores y que casi nunca sale a la luz pública, ni a los medios de comunicación.
Cuanta puñalada trapera y cuanto bombo mutuo, cuanto deseo de empuñar una vara dorada pese lo que pese, y cueste lo que cueste, cuanto protagonismo, cuanta falsedad frente a los valores que reflejan el anonimato, la creencia en una fe heredada de nuestros mayores, unos valores de la tradición bien entendida y sobre todo un culto exacerbado a la AMISTAD que son los vientos que hacen hinchar las velas de vuestro barco hecho solo de flores, espigas y uvas.
Esa amistad con mayúsculas y verdadera que este año, y un año más, habéis demostrado para echar una mano a Manolo Palomino que este año necesitaba más que nunca vuestra ayuda.
No cambiéis nunca porque vosotros, hombres mujeres y jóvenes sois parte fundamental de esa Sevilla humana y verdadera, esa que nunca se vende por treinta monedas de cara a la galería.
Mariano López Montes