La Cuaresma. Javier Ramos Sáez

La cuaresma -esos cuarenta días que el fiel cristiano ha de hacer penitencia hacia la consecución de la exaltación de la Pasión y Pascua de Jesucristo- es ese acontecimiento que da paso a la Sevilla profunda y de rancio abolengo.

Las primeras sensaciones van aflorando poco a poco, intensificándose  debido a la reductible cercanía de la Semana Santa.

Cuarenta días.... son un mundo... La cercanía temporal de la Semana Santa se va mitigando progresivamente con diferentes actos:  Julio Cuesta Pérez-Rivero pronunciará el pregón universitario, el imponente Vía-Crucis del Señor de las Tres Caídas hará procesión solemne hacia la Catedral desde “su Triana”, el pregón del clérigo Ignacio Jiménez Sánchez-Dalp, las cofradías de vísperas... son tantas cosas que se pronuncian, en clave vespertina, que la inminente entrada en Jerusalén del Señor de la Borriquita parece eterno pero al mismo tiempo fugaz para ver el encuentro en la calle con el Dios hecho imagen.

Deseando los cofrades de a pie experimentar la búsqueda de Dios con el espíritu del hombre, y evidenciar la consecución de la fe cristiana mediante la palabra silenciosa de la talla, el corazón se embarga de profundas emociones y de particulares ritos que hacen de esta Semana Santa un marco incomparable y ser una fuente del subjetivismo más místico, inconcebible y barroco.

El día 1 de marzo empieza la andadura del Señor hacia el creyente, buscando la reflexión y la meditación, proyectando la fe y el amor y encerrando el misterio del Verbo que ha de intentar desvelar el hombre desde su yo interior.

Dios, más que nunca, está en Sevilla, evangelizando desde su imperfecta imagen las calles de las collaciones del centro y exaltando la fe en la sabia nueva desde los barrios periféricos al centro.

Los pestiños y las torrijas empezarán a ponerse en la palestra desde las diferentes confiterías, los niños empezarán a ver el verdadero significado de la Semana Santa y los ancianos estarán recordando esas viejas anécdotas que les hacen ser los seres más sabios y emotivos desde nuestra existencia.

El niño, de la mano del padre o del abuelo, será la fuente de este futuro, de la supervivencia de la fiesta más grande de la primavera sevillana. La cuaresma será ese referente sevillano, esa carrera del cofrade preparado para la venida de la Semana Santa. Sevilla sin cuaresma sería como un edificio sin cimientos, van forzosamente unidas y complementadas en este hermoso tránsito de paz y sosiego que nos da la vida en estas fechas.

El 9 de abril comienza la Semana Santa , la Semana Mayor , la de todos los cristianos del mundo, la que Dios sufrió en sus divinas carnes. Rememoración de un rito sacro, esa es la Semana Santa de Sevilla y su inseparable cuaresma.

Javier Ramos Sáez.

Foto: Francisco Santiago