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El análisis. Del drama de 1977 a la esperanza de 2006. José Luis Martínez. Diario de Sevilla


La actual junta de gobierno de la Hermandad del Gran Poder tiene claro que al Señor hay que restaurarlo. Para ello la corporación tiene que elegir en un cabildo extraordinario entre dos opciones: los técnicos del Instituto Andaluz de Patrimonio Histórico (IAPH) o los hermanos Cruz Solís. Una decisión compleja. No hay que descartar un posible convenio de colaboración entre ambos equipos. Como ocurrió con Pasión.

Lo que está claro es que la hermandad no quiere caer en el error de 1977. La historia oficial de la corporación reconoce que la restauración de entonces fue negativa para la escultura. Y realmente traumática para muchos hermanos que la recuerdan con pesar.

Si los hermanos eligen después de Semana Santa a los técnicos del IAPH para una labor tan delicada, la corporación se aseguraría una intervención a cargo de unos técnicos de notable formación y con una marcada trayectoria profesional que muchos comparan con la de los equipos de restauración del Museo del Prado.

Los especialistas del IAPH tienen muy claro que cualquier intervención requiere de una acción directa, conjunta y caracterizada por un control exhaustivo de todos los pasos que se dan.

En los talleres de la Cartuja se dispone de los aparatos técnologicos necesarios, sobre todo a la hora de elaborar un diagnóstico certero que sirve de hoja de ruta para la intervención posterior. A poco que se conozcan los engranajes y la metodología de trabajo de estos técnicos, se sabe que son profesionales que tienen por premisa básica que –al menos los que no cuentan con cargos de designación política– prefieren una restauración practicada en las propias instalaciones donde trabajan a diario. De hecho, así lo reconocen en privado: "Si el Señor tiene que ser restaurado en su templo, los materiales con los que se trabajaría habría que trasladarlos a San Lorenzo. Los controles de temperatura que requiere una intervención de este tipo [en ocasiones hay que introducir la imagen en una gran bolsa de plástico] serían muy difíciles de realizar en las propias dependencias de la hermandad".

En el IAPH se tiene claro que la opción idónea es la de practicar la restauración en la Cartuja: "Al enfermo donde mejor se le interviene es en el hospital y no en su casa". Otro factor que aconsejaría la intervención en la sede del Instituto es la referida a las ventajas del lugar propiamente dicho: "En una restauración es importante tener un espacio amplio y ordenado donde el personal controle todo a la perfección".

También se apunta a que no es muy frecuente que los técnicos del IAPH trabajen fuera de casa, entre otras razones por una pura cuestión de rentabilidad. Si un equipo de restauradores tiene que estar toda una mañana fuera del Instituto, no pueden simultanear tareas. "Si a una imagen le colocamos una mascarilla, siempre aprovechamos para ir tratando otra talla mientras tanto. Si tuviéramos que trabajar fuera perderíamos mucho tiempo. No sería rentable para nosotros".

Se alude al ejemplo de la reciente intervención que se le ha practicado al Señor de la Salud y Buen Viaje, que ha estado varios meses en los talleres de la Cartuja donde se le ha efectuado la restauración más importante de sus 500 años de existencia, según la propia cofradía.

Sin embargo, en la Hermandad del Gran Poder –al menos sus dirigentes– prefieren que la intervención se practique en el interior de la Basílica. Uno de los objetivos –sólo reconocido en privado– es poder ejercer un control diario y directo del proceso de restauración, una finalidad mucho más difícil de cumplir si el trabajo se desarrolla en la Cartuja. Basta recordar que el hermano mayor, Enrique Esquivias, siempre se ha referido a la necesidad de que el cabildo general se pronuncie sobre la conveniencia de la "restauración" y su "alcance". Muy probablemente, el temor de la cofradía podría radicar en este último concepto, sobre todo viendo el resultado de otras imágenes –no sólo de Sevilla, sino de toda Andalucía– que han sido restauradas con éxito por el IAPH, pero que habrían perdido excesiva oscuridad en opinión de sus devotos. Demasiado blanqueadas a ojos de ciertos los cofrades.

Todo podría ser diferente si se elige a los prestigiosos restauradores Raimundo y Joaquín Cruz Solís. Ambos hicieron un informe menos extenso –basado en una mera inspección visual– que el redactado por los técnicos del IAPH. Todo indica que si ellos se hacen cargo de la restauración, habría menos dificultades para que el Señor fuera tratado en las dependencias de la basílica.

En cualquier caso, nadie quiere revivir el drama de 1977.

Nota: Análisis publicado el pasado domingo día 26 en Diario de Sevilla.

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