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Entrevista al cardenal Amigo. "Tantas salidas extraordinarias son una falta de imaginación". Carlos Navarro Antolín. Diario de Sevilla


¿Le cansa hablar de cofradías?

–Quizás me llamaba más la atención al principio esa insistencia en preguntarme por las cofradías, sobre todo porque entonces eran unos temas desconocidos para mí. Sin embargo, ahora lo veo algo normal y lógico, porque el entramado religioso y social de las cofradías está muy presente en la vida de la ciudad y, por lo tanto, no me extraña hablar de este tema. Lo sorprendente sería que en una tema tan presente en la vida de Sevilla no se me preguntara. Sí es verdad que hay temas y temas de cofradías. Los hay importantes y los hay circunstanciales. A lo mejor éstos últimos ocupan las primeras páginas de los periódicos. Y no lo digo en el sentido figurado. Me refiero a esas primeras páginas que hablan del recorrido de una hermandad. Eso es importante, pero no es lo esencial de una hermandad. Lo esencial es que cumpla con un culto auténtico y con una caridad eficaz.

–Pues hay un tema de actualidad relacionado con la seguridad. ¿Es serio que las hermandades pidan que se les abra el único carril que hay en la calle San Fernando cuando el Ayuntamiento lo tiene como vía de evacuación?

–Las hermandades tienen que ser muy conscientes de que deben ser un ejemplo de obediencia. No sólo en el sentido religioso, que siempre es una virtud muy propia del cristiano, sino de obediencia civil, de estar atentos a lo que las autoridades civiles les digan, en este caso sobre la seguridad. Son temas que nos afectan a todos los ciudadanos, a la misma ciudad. En este caso, las hermandades no sólo deben no poner ningún inconveniente, sino ser un ejemplo de ciudadanía.

–¿Y hubiera correspondido a las hermandades hacer un llamamiento para que la gente salga a la calle, tal como han pretendido algunas de la Madrugada?

–Creo que de la Madrugada hemos hablado demasiado. Y creo que a veces no se ha hecho con la suficiente cautela y hemos provocado una situación de inseguridad. Hubo unos hechos preocupantes y de los que parece que nunca sabremos el fondo. Tenemos que superarlo y vivir el presente, arbitrar los correctivos necesarios, como ese interés por el orden y la seguridad. Lo que es anécdota hay que dejarlo en anécdota. Y desde luego no soy partidario de esa serie de manifiestos o manifestaciones. Las hermandades tienen unos cauces: el Consejo, la Delegación Municipal de Fiestas Mayores, el propio organismo creado para la seguridad de la Semana Santa, las convivencias entre ellas mismas. Ahí sí se debe dar ejemplo de coordinación entre todas.

–¿Usted cree que la Semana Santa está saturada, como ha expuesto el presidente del Consejo?

–Ordinariamente hay saturación cuando un líquido no recibe más azúcar. Yo creo que la Semana Santa de Sevilla, mientras se ponga mucha vida en las hermandades, será difícil que pueda saturarse. Ahora bien, si la convertimos simplemente en unos desfiles es cuando podemos toparnos con la saturación muy pronto. Lo que hay que procurar es llenarlo todo de vida, no sólo de gente por la calle. Si yo digo lo que voy a decir ahora puede ser escandaloso y no quiero que ninguna hermandad se ofenda por ello. Podría decir que voy a revisar las hermandades que deben salir en Semana Santa y aquellas que durante unos años tienen que estar en casita, por ejemplo. ¡Dirían que este arzobispo ha perdido completamente la cabeza! ¿Conviene incorporar savia nueva? ¿Conviene fusionar, aunque solamente sea para la estación de penitencia, a algunas hermandades? Pues no lo sé, no lo sé. Pero a lo mejor hace falta una reflexión mucho más profunda en este tema. Un líquido puede estar saturado, pero si tú pones calor recibes más azúcar. A lo mejor poniendo un poco más de vida podemos abrir un poco... No me voy a meter en si se incorporan o no hermandades. Lo que mantengo es que las puertas de la Catedral están abiertas y que aquella hermandad que llegue, sea por motivo de la estación de penitencia o por otro, será bien recibida. Ahora bien, el modo y manera o el momento o el día no se van a decidir desde Palacio.

–¿Usted sabe que muchos cofrades se quejan de que con estas declaraciones le está creando un problema al propio Consejo?

–Y cuando hemos querido intervenir en algo hemos oído: "La hermandad es soberana". Bueno, pues en cuanto a la organización exterior sí pueden ser soberanas. Pero en la Iglesia el único soberano es Jesucristo. Incluso el Papa es el siervo de los siervos de Dios. ¡Además, la capacidad de organización que tienen las hermandades no la tiene nadie! Hay que reconocer que son ejemplares en organizarse.

–No sé si estará de acuerdo en que cada vez hay más salidas extraordinarias y que el calendario sí que parece bastante saturado.

–Cuando algo extraordinario se hace ordinario, ya no tiene razón de ser. Nosotros mismos somos reacios a estas salidas extraordinarias. Incluso hemos dicho que deben celebrarse en el ámbito donde está la hermandad, alrededor de la parroquia o de la iglesia. ¡Cualquier cosa es extraordinaria ya! Y con más de 600 hermandades en Sevilla, ¡pues tenemos cosas extraordinarias todos los años! Lo extraordinario tiene que ser algo muy significativo, porque si no se produce una inflación. Aquello que pudiera ser algo positivo para una hermandad, se convierte poco menos que en una depreciación de lo que hace

–¿Es un "síntoma de debilidad" sacar los pasos todo el año, como dice el presidente del Consejo?

–O una falta de imaginación. Hay un acontecimiento y siempre parece que hacemos lo mismo. A lo mejor tenemos que tener más creatividad. Parece que hay un mimetismo, que siempre hacemos lo mismo: una procesión extraordinaria y si puede ser a la Catedral, pues mejor. O un ciclo de conferencias y cuatro cosas más. Y se repite ese esquema una y otra vez en todas las hermandades que conmemoran algo.

–Hay candidaturas con una web o que ofrecen aparcamiento gratuito en el centro la tarde de la votación. ¿Están perdiendo naturalidad los procesos electorales al adoptarse estrategias políticas?

–Creo que son esquemas que no sirven para una hermandad. Todo mi respeto a los partidos políticos y a su organización. Todo mi respeto a las asociaciones de vecinos, a las peñas deportivas y a cualquier otro tipo de grupos. Pero las hermandades son diferentes. No son un grupo. Ni siquiera una asociación, aunque canónicamente así se llamen. Son una comunidad. Una hermandad tiene unas características muy pecualiares. Tiene un estilo y una forma de hacer las cosas, incluso en las elecciones. He visto algunas cosas que no me han agradado mucho, como alguna declaración de intenciones de algunos candidatos, de promesas de difícil cumplimiento, todo en un estilo propio de partido político. Lo que puede ser legítimo para un partido político, no lo es tanto para una hermandad, en la cual el que quiere ser el más importante de todos tiene que ser el principal servidor de todos, según el Evangelio.

–¿Que se modifique la iconografía de una imagen o que se empleen tácticas electorales propias de partidos políticos son síntomas de decadencia?

–Todo eso indica que en lugar de mirar a la propia hermandad, se mira a la de enfrente. Da la sensación a veces de que se trata de acciones de cara a la galería y no encaminadas a que la hermandad crezca.

–¿Echa de menos un Consejo de Cofradías con más iniciativa?

–Pues a veces echo de menos iniciativa, pero no por culpa del Consejo. Es tal la presión a la que se somete el Consejo desde muchos puntos de vista, que creo que todos estamos presionándolo. Le presionan las hermandades, le presiona el municipio, le presiona el arzobispo, el secretario de hermandades, las hermandades de vísperas... Resulta que todos presionamos al Consejo en lugar de ponernos a su disposición para ayudarle a cumplir su misión. Entre todos tenemos un tanto agobiado al Consejo. El Consejo necesita más sosiego. Pero su labor no es tanto hacer cosas, sino ayudar a que las cofradías las hagan. No es un organismo para gestionar cosas, sino para ayudar.

–¿Dónde echa de menos la obra social de las hermandades?

–Echo de menos la labor social de las hermandades, fíjese, en las mismas hermandades. Suelen tener muchas personas y en torno a ellas las hay muy distintas. La labor social empieza por la sensibilización de los hermanos con estas personas. Cada hermandad debe dar respuesta a una necesidad y no hacer tantos programas desde el despacho. A lo mejor es más vistoso el hacer una acción social en un barrio o en un lugar que haya llamado la atención. Y a lo mejor ese barrio está suficientemente atendido por organismos sociales. En cambio hay sectores de inmigrantes o juveniles necesitados, porque la pobreza se ha rejuvenecido, puesto que hay personas muy jóvenes en situaciones difíciles. O hay que ayudar a grupos de riesgo especial, como pueden ser algún tipo de discapacitados mayores con dificultades para ser atendidos. Pero lo primero es el seno de la misma hermandad. Lo que nos gusta muchas veces es el relumbrón, que se vea la obra social. Y como decía San Vicente de Paúl: "La caridad no hace ruido. Y el ruido frecuentemente no lleva consigo la caridad".

–¿Opina algo cuando el alcalde pronuncia un discurso laico y después porta al Cachorro? ¿Y cuando los cofrades se pirran por una audiencia con el alcalde sin tener un motivo de peso?

–Es lógico que tenga una opinión sobre todo eso. Una cosa es la visita de cortesía que un alcalde haga a una hermandad y otra es exigir una protestación de fe al visitante.

–Aunque se porte al Cristo...

–Eso entra ya en la coherencia de la persona. ¿En qué quedamos? Aunque sobre esto tengo una anécdota muy curiosa. Hay una persona que el mismo año pronunció el pregón de Semana Santa y un discurso en un mítin. Le dije que era una incoherencia que en el mítin nos pusiera a caldo y que en el pregón dijera que éramos maravillosos. Su respuesta fue: "Una cosa es lo que uno dice y otra lo que uno siente". Esto no vale. El creyente tiene que ser coherente en todos los momentos. Distinto es el visitante, al que no se le puede exigir una protestación de fe.

–¿Es posible para 2007 una dispensa de la norma que limita el número de cofradías que acuden a la Catedral?

–La norma de limitar a 57 las hermandades que van a la catedral se hizo con una finalidad disuasoria porque había muchas peticiones. Creímos ingenuamente que ya no iba a haber más peticiones. Resultó inútil. La norma va a continuar hasta que nos pidan una dispensa. Y si vemos razones para quitar esta norma, pues la quitaremos, pero tienen que ser razones suficientes, sólidas y ponderadas. La ley no puede ser un capricho.

–¿El del Cerro es un buen ejemplo a seguir por las nuevas cofradías que pretendan ir a la Catedral?

–Es un buen ejemplo. Fíjense que si Torreblanca pidiera un día venir a la Catedral, pues posiblemente la mayor parte de las personas diríamos que bien merecido lo tienen. ¡Lo que han hecho por el barrio, lo que han unido a unos y a otros! Hay otros ejemplos admirables, como la asociación de Bellavista, que ya es hermandad. Lo que ocurre es que los días de la semana son los que son. Se hace muy buena labor también en Alcosa, Palmete, Pino Montano, San Pablo... Ahora bien, algunas no tienen interés en venir a la Catedral o ven dificultades. En Torreblanca son muy conscientes de que su sitio está en el barrio, se sienten muy de Torreblanca, lo cual les honra. Ese barrio vibra con su hermandad. Esa tarde es una fiesta allí.










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