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“Y este año de nuevo, como nos ocurre en todos, ya pasó un año más”


Mariano López Montes. Y este 2020, cuando amanezca un nuevo Domingo de Resurrección, ya habrá pasado una Semana Santa más de nuestras vidas, esos siete días santos que aprendimos a querer desde niños, y que en este año no ha tenido ninguna similitud con casi  ninguno de los anteriores y en nuestra memoria siempre  existirá un antes y un después de todo lo acontecido.

Cada año cuando llega este día atesoramos una serie de recuerdos y vivencias de esas cofradías y de esas gentes con que la hemos vivido, cada año la devoción, el sentimiento, la alegría, las ausencias y porque no, las penas, han escrito un capítulo más que se ha guardado con las letras con que se escribe la memoria y la evocación en ese libro o tal vez antigua enciclopedia escrita por nosotros mismos, de nuestras vidas. Este año y sin desdeñar la conmemoración litúrgica de La Pasión y Muerte de Cristo, nos ha faltado la tinta nunca invisible y compartida con que cada uno escribe su visión de una cofradía en la calle, y esas Imágenes que ilustraban cada momento y  escribieron la memoria recreada por los sentidos con que la que percibimos siempre en común y nunca o casi nunca en solitario, ese capítulo vivido de una nueva Semana Santa.

Y pasarán los días, los meses y los años y como en aquella genial película que dejó marcada a muchos jóvenes de mi generación, aquella producción franco -italiana dirigida por Federico Fellini, titulada «Amarcord» (1973), daremos para atrás al proyector de los recuerdos, que no es otra máquina que nuestra propia memoria, y de nuevo volverán a aparecer los fotogramas de este año, y como bien significa el título de la película, “me acuerdo” o “yo me acuerdo” que puede tener ambos significados, empezarán a tomar vida propia los actores, en forma de personajes de esta extraña  Semana Santa  y en vez de estar en los años treinta en ese pueblo del norte de Italia dominado por El fascismo imperante, nos encontraremos en esta Híspalis solitaria y sin cofradías azotada por la nueva plaga de ese “coronavirus”, que al igual que aquel famoso caballo de Atila, no dejó crecer la fe, la devoción, el sentimiento y una manera de ser y vivir cada año, que vuelve cada Primavera .

Esta vez estos personajes entre realistas y surrealistas, seguiremos la tradición heredada de nuestros mayores por la evocación de los recuerdos de otros años.

Habrá actores, en esta supuesta representación cinematográfica, cofrades y no Cofradieros, impregnados con El Silencio que reina en las calles, La Amargura, La Soledad, las Penas o las Tristezas, los Dolores o El Mayor Dolor, Las Angustias y Las Aguas que cuando se invitan solas son primas hermanas en cuanto a la desilusión y al Desamparo de este año.

Todos estos sentimientos negativistas del alma humana han tomado algún protagonismo en ese corazón grande de todo cofrade. Y solo nos quedaran los recuerdos de aquellas Semanas Santas vividas, y como en aquella otra película italiana titulada “Cinema Paradiso” (1988) de género melodramático donde aquel niño que gracias a su afición, se convierte en director de cine, descubre cuando es adulto el testamento que le deja su amigo mayor que no es otra cosa que los fotogramas a veces censurados de las películas de su vida, que había creído perdidas para siempre.

Este año no hemos disfrutado esa tradición de vivir las cofradías en las calles de una ciudad que cada año tiene el privilegio de que Jesús y María caminen otra vez por sus calles, la propias devociones y los sentimientos religiosos e identitarios se trasladaran a unas calles que por unos días nacen un año más al milagro de la vida. Este año la Salud o mejor dicho su falta, se han confabulado a veces con la propia muerte, para que por este año no se produzca este milagro.

La verdad como dice el refrán: “El que esta para las duras también para las maduras” ha alcanzado su máxima expresión, y este año nos ha tocado vivir esa parte de nuestras vidas en que la dureza sustituye o predomina a la propia felicidad que para nosotros es vivir estos días como desde siempre o casi siempre los hemos hecho.

La Semana Santa de este año 2020 tendremos que construirla personalmente con aquellos fotogramas de nuestro pasado, que son los recuerdos y la evocación, por mucho y muy buena voluntad que tengan los modernos medios audiovisuales.

Pero lo que si es cierto es que cuando la canícula acose un año más las calles y a los habitantes de esta ciudad, y confiemos que toda esta pesadilla halla pasado, una Estrella quizás de aquí mismo, porque para qué irse más lejos si la tenemos aquí mismo, en Triana, nos ha de traer la Salud, La Alegría y mediante La Esperanza que a esta si la tenemos por los cuatro puntos cardinales de la ciudad, nos ha de Resucitar y despertar desde La Aurora a una nueva Sevilla que como siempre se ha de llenar de vida.

Y como en esa película  titulada “La Vida es Bella”  (1999) en sus últimas estrofas de aquella maravillosa canción nos volverá a sonar en nuestros oídos la melodía que nos dice una vez más como un canto a la propia Esperanza: “La noche y la tristeza se irán sin avisar y así sabrás un día más lo bello que es vivir”.

Fotos: Mariano López Montes










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