La sonrisa de Triana. Antonio Sánchez Carrasco

Se preparaba un Rocío sin Rocío. Como fue una Madrugá de Viernes Santo sin Ella, sin nuestra amiga Rocío Suárez, que se la llevó la enfermedad justo un año después de que su Esperanza morena saliera de manera extraordinaria. Este año se presentaba triste porque nuestra amiga ya no estaba. Y justo cuando el miércoles se levanta y tendríamos que estar pendientes de una de las mañanas hermosas de tu barrio, este año no tendremos eso.

Este año no me iré con mi Lola a su trabajo temprano, para ver el traslado del Simpecao hasta Santa Ana (el año pasado estaba yo fuera de juego), con el desayuno en bar taquilla y vuelta al barrio.

La Hermandad en la calle y la carreta derrochando alegría y ganas de vivir a su paso.

Nunca quedábamos pero siempre nos veíamos, antes de que cogieras tu camino, ese que te lleva donde la Virgen nos ampara. Hasta aquel 2016 que tanto llovía y tu hermana y tu os poníais los chubasqueros verdes, nos dedicaste una sonrisa a Lola y a mi, mientras se avecinaba una tromba de agua y os ibais con Triana a ese camino eterno, que se abrió desde tu barrio mucho antes de que se formara la hermandad a principios del XIX.

Este año no hay camino querida amiga y nos falta tu sonrisa antes de echar a andar, en ese camino soñado.

Hoy acompaño las letras con la última foto que te hice en una de aquellas mañanas en las que nuestro corazón pende de un cordón verde y vivimos cada año con esa vitalidad que dan los sueños que se andan.

Tus amigos no dejaremos de echarte de menos, aunque poco a poco iremos recordándote con una sonrisa. Al fin y al cabo esto no deja de ser otra cosa que un camino de fe y de sonrisas.

Foto: Antonio Sánchez Carrasco.