El Vía Crucis desde la Casa de Pilatos: 500 años del origen moderno de nuestra Semana Santa. 1521-2021
Pablo Borrallo. Los orígenes de la Semana Santa de Sevilla se mueven todavía hoy en una enorme incertidumbre, siendo uno de los aspectos más difíciles de resolver por la historiografía hispalense. Sí podemos aseverar que la práctica penitencial medieval y de forma particular el movimiento flagelante italiano de los siglos XIII y XIV, que se extendería por el norte de Europa gracias a las prédicas de San Vicente Ferrer en el siglo XV, junto con la “Imitación de Cristo” del agustino Tomas de Kempis, pusieron las bases de un sentido procesional externo que despegaría definitivamente en la Sevilla del siglo XVI gracias a la instauración de la práctica piadosa de la devoción a la Vía Sacra por Don Fadrique Enríquez de Rivera, primer marqués de Tarifa en 1521. Una devoción al Vía Crucis tal y como se hacía en Jerusalén a la Vía Sacra. Dicho vía crucis salía desde su propia casa, el Palacio de San Andrés, que acabaría popularizándose con el nombre de Casa de Pilatos, y culminaba junto a la Cruz de los Ángeles, un pilar llamado así por su cercanía al hospital de los negros fundado por don Gonzalo de Mena en 1400 y la capilla de la Cofradía de los Santos Ángeles que después sería llamada de la Santa Cruz y más tarde de la Soledad, un enclave de claro sentido pasionista al ser un humilladero de concurrencia medieval los viernes de cuaresma y en periodos de necesidades.
Desde el año 1630 se altera el lugar de comienzo y finalización del vía crucis, realizándose desde el actual Palacio de los Duques de Medinaceli hasta el Humilladero de la Cruz del Campo, que en el año 1482 había mandado construir el asistente de la ciudad de Sevilla Diego de Merlo, en base a la tradición existente que mantenía que el Cabildo Catedral había recibido la reliquia del Lignum Crucis de Constantino donada por el arzobispo Alonso de Fonseca en ese lugar. Desde entonces las hermandades y cofradías de Sevilla realizaron estación de penitencia durante los viernes de Cuaresma y los días de la Semana Santa hasta el templete mudéjar de la Cruz del Campo estableciéndose un número de doce estaciones que pasarían a ser catorce desde 1730. Durante la práctica penitencial se realizaban al menos tres grandes paradas en la actual Parroquia de San Esteban y en los desaparecidos conventos de San Agustín y de San Benito Abad.
Constatamos que la última cofradía en realizar esta práctica penitencial sería la Hermandad de los Negritos en 1873. Ya en el siglo XX, los descendientes del Marqués de Tarifa decidieron recuperar la piadosa devoción y creando en 1956 la Hermandad de la Pía Unión, compuesta por hermanos mayores de distintas hermandades y diversos hermanos, que desde entonces y como clara reminiscencia de esa primitiva vía sacra, vienen manteniendo ese histórico culto aunque con cambios sustanciales, pues si bien durante los siete primeros años, llegaban hasta el humilladero acompañados del Cristo de Medinaceli de la Casa de Pilatos o de un nazareno que se encontraba en un convento cercano, pasado ese periodo, la Pía Unión decidió que el vía crucis se realizara el primer viernes del mes de marzo en el patio interior de la Casa de Pilatos, formato que llega hasta nuestros día, estando presidido por Cruz de las Toallas de los Negritos, estandartes del Santo Cristo de San Agustín, (Hdad. San Roque; de San Juan de Ribera (Hdad. San Esteban) y de la Pía Unión, más el relicario del Santo Lignum Crucis.
Este año 2021 conmemoramos por tanto el 500 aniversario de la instauración de esos primitivos vía crucis, que sumados a los postulados contrarreformistas tridentinos del siglo XVI, suponen el origen moderno de las procesiones de la Semana Santa de Sevilla conforme la religiosidad popular hispalense la entiende y vive.
Pablo Borrallo
Doctor en Historia
Fotos: Fco Javier Montiel, Alberto García Acevedo, Miguel Angel Osuna.