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Jueves pastoreños. La Pastora Inmaculada. Francisco Javier Segura Márquez


Tras celebrar en la jornada de ayer la Solemnidad de la Inmaculada Concepción de Nuestra Señora, en la que la Imagen de la Divina Pastora recibe la Veneración de todos los fieles que llegan a modo de Ceremonia de Besamanos -este año y el pasado limitados por las condiciones de la pandemia del coronavirus- cabe detenerse a estudiar la hondura iconológica que aporta a la iconografía de la Pastora el misterio de la Inmaculada Concepción, unido íntimamente a su génesis en el pensamiento y la predicación del Venerable Padre Fray Isidoro de Sevilla, su creador y primer apóstol.

 

En el encargo de la primitiva pintura de la Divina Pastora, con la cual presentó la iconografía al pueblo de Sevilla en la tarde del día 8 de septiembre de 1703, ya dejó asentada la estrecha relación que había de tener la iconografía concepcionista, ya ampliamente difundida por todos los estratos sociales, y la de la Divina Pastora. Para Fray Isidoro, en su libro “La Mejor Pastora Asunta”, editado en 1732, la Divina Pastora “viste túnica talar de color purpúreo. Sobre ella tiene un pellico que imita al vellón de lana de una oveja, ceñido a la cintura sobre un cíngulo y sobre él, terciada una mantilla celeste”.

 

En esta breve definición del atuendo de la Divina Pastora, ya tenemos la primera certeza: Fray Isidoro viste de Pastora a la propia iconografía concepcionista, todavía empleando el clasico binomio jacinto-azul celeste, sobre el cual ya Murillo había innovado introduciendo la túnica blanca en sus Inmaculadas, de fama universal. Podemos afirmar, de hecho, que en la blancura de la túnica de las Inmaculadas subyace un sentido cromático que está muy relacionado con el traje de Pastora. En el lienzo del Estandarte del Duque de Osuna podemos apreciar muy bien ese “pellico que imita al vellón de lana”.

 

Para explicar la importancia de la lana en el atuendo, explica Fray Isidoro que el vellón, porque procede del cuerpo de la lana, sigue siendo de su naturaleza, pero al ser arrancado ya no está unido a la misma naturaleza. Es así, propio de María vestir esa pellica porque el vellón representa que, siendo de naturaleza humana, no está unida a la carne, es decir, está exenta de pecado. Fray Isidoro recuerda la tradición que afirmaba que el templo de Diana en Éfeso estaba cimentado sobre vellones de oveja y afirma: “Al modo que allá en los cimientos del templo de Diana hubo vellones de lana, así en el cimiento del templo de Dios que fue la concepción de María, hubo vellones de lana que son el traje que la acredita Pastora”. Así, pues la pellica, el manto y la saya con que vestimos a la Pastora son elementos que la vinculan estrechamente con el misterio concepcionista.

 

La extensión de la iconografía de la Pastora Inmaculada ha generado importantes representaciones, en las que la túnica color jacinto (o color blanco), la pellica y el manto celeste son la constante iconográfica, a la que cabe añadir, bien el sombrero o la corona sobre la cabeza, y siempre sobre el pecho el cayado de pastorear, que la Pastora Inmaculada, en actitud estante o de pie, abraza siguiendo lo que Fray Isidoro dispuso en su origen: “entre el brazo y el pecho un pastoril cayado”.

 

Así la contemplamos en el lienzo ovalado del mismo tema, con destino para algún estandarte o Simpecado que se conserva en el convento de los Padres Capuchinos de Sevilla, el cual sirvió de modelo al panel de azulejos, producido en la fábrica de Ramos Rejano, en el que dicha Pastora Inmaculada, pintada por Enrique Orce hacia 1921, la vemos escoltada por los tondos de San Francisco de Asís y Beato Diego de Cádiz (en la zona superior) y de Fray Isidoro de Sevilla y Fray Ambrosio de Valencina (en los ángulos inferiores). ¿Qué viene a representar esta pintura que vemos en su detalle central sobre azulejos? La estrecha unión entre la iconografía de la Inmaculada Concepción, patrona de la Provincia Bética de los Capuchinos en el siglo XVII, y la Divina Pastora, que asumió ya a finales del siglo XVIII la preeminencia iconográfica. La iconografía de la Pastora Inmaculada se repitió, trasladándola a una imagen de vestir cedida para la ocasión por don Jesús Díaz Abollado, que había de presidir el Altar para la Solemnidad del Corpus del año 2017, instalado por nuestra Hermandad a las puertas de la sede del Círculo Mercantil de la calle Sierpes.

 

De esta forma, se fundamenta y resume la hondura inmaculista de nuestra advocación, que Fray Isidoro labró con detalle para fundamentar sobre ella todos los aspectos formales de la iconografía de la Divina Pastora, a la que él veneró como Pastora Inmaculada en la Archicofradía de la calle Sagasta de la capital gaditana y a la que ensalzó y honró de todo corazón. Hoy, nosotros, seguimos recordando con el Solemne y Devoto Besamanos de nuestra Amantísima Titular el cimiento concepcionista que tienen el Traje y Título de María como Divina Pastora de nuestras Almas.










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