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Columnas del Monasterio de la Cartuja en la calle Cuna. Reyes Pro Jiménez


Seguimos repasando algunos “Detalles pequeños en una ciudad grande”, que evocan la Historia de nuestra Ciudad y en los que no nos fijamos bien o que casi no se conocen. Y lo que no se conoce no se aprecia y menos aún se defiende, que los conozcamos y apreciemos es nuestro objetivo.

Muchas personalidades sevillanas, que han sido determinantes y significativas para la historia de esta ciudad, son muy desconocidas para el gran público. Sevilla no se distingue precisamente por reconocer los méritos de quienes la han conocido, apreciado y defendido, de quienes se han preocupado por la conservación y difusión de su Patrimonio histórico. Mientras, se enaltece la memoria de quienes no alcanzan esos méritos.

El próximo 22 de noviembre se cumplen cien años del nacimiento de un investigador, profesor universitario, archivero… además de conservador de la Casa de Pilatos y de la casa Ducal de Medinaceli, me refiero a don Joaquín González Moreno (1924-2004), sevillano que entra dentro de este grupo de personalidades ignoradas popularmente pero que tanto hicieron por la memoria de esta Ciudad. Era Licenciado en Historia de América y Doctor en Historia, publicó decenas de monografías y cientos de artículos sobre Sevilla tratando de que se conociese su patrimonio histórico y artístico. Una de sus publicaciones la dedicó en el año 1997 a las calles de Sevilla, precisamente con dicho título: “Calles de Sevilla”; bien harían en consultar esta obra muchos “expertos”, que escriben sobre las calles sevillanas periódicamente y que no son historiadores.

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Columnas del Monasterio de la Cartuja en el pasaje Gámez Laserna,
foto: Reyes Pro

 

En esta publicación González Moreno cuenta una curiosidad, algo muy desconocido, un “detalle pequeño en una ciudad grande”, situado en un lugar muy cercano a la conocida, turística, transitada y “veladorizada” (por la cantidad de veladores: mesas y sillas de bares) Plaza del Salvador, concretamente en un pasaje de la calle Cuna.

Esta calle toma su nombre de la Casa dedicada a albergar niños expósitos, abandonados que se encontraba en ella (entre las actuales calles Goyeneta y Acetres) desde el año 1558. En el plano de Olavide de 1771 se denomina Carpintería al tramo de esta calle más cercano a la plaza del Salvador partiendo desde Acetres, por los establecimientos dedicados a este oficio que allí se encontraban desde la Edad Media. En el siglo XIX toda la calle en ambos tramos se llamó Cuna y en tiempos más recientes cambió el nombre toda ella por el de Federico Castro, para homenajear a este profesor de Universidad. Aún se conserva este rótulo en la esquina de Laraña aunque actualmente la calle se llame con su antiguo nombre de Cuna.

El detalle pequeño detalle que vamos a ver, y del que nos da información el libro citado de González Moreno, son unas columnas que se encuentran adosadas a la pared del pasaje Gámez Laserna, abierto en la calle Cuna cerca de su entrada por el Salvador. Este pasaje se construyó hace ya más de cincuenta años.

Las mencionadas columnas proceden de un claustro del antiguo monasterio de Las Cuevas, que luego sería la fábrica de cerámica de Pickman; fueron labradas en el año 1422 para el llamado “claustro chico” de este antiguo monasterio.

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Una de las columnas del Monasterio de la Cartuja en el pasaje Gámez Laserna,

foto: Reyes Pro

Después de la compra del monasterio por Pickman en 1847, las columnas se regalaron a Guillermo Aponte, Conde de Aponte, primo de dicha familia Pickman y que había sido socio de Pickman en una tienda de loza situada en la calle Sagasta, entonces llamada Gallegos. El Conde de Aponte las instaló en el llamado “Corral de los Gallegos”, casa de vecinos de su propiedad que se situaba desde antiguo con salidas a las calles Oropesa y Gallegos, corral que se derribó en 1957 por lo que las antiguas columnas se aprovecharon para decorar el nuevo pasaje urbano que se abriría en unos años.

Este pasaje se sitúa muy cerca de la citada calle Oropesa; y curiosamente una vía cortada modernamente unía las actuales barreduelas o calles Monardes y Oropesa (dedicada en el siglo XIX al el médico Francisco Sánchez Oropesa activo en 1575) actuando como pasaje entre Sagasta y Cuna. Esta vía se llamó Callejón del Mesón de la Mozas y Callejón del Corral Nuevo en el XVII, quizás porque ya estuviese construido el citado corral de los Gallegos.

 

En homenaje a don Joaquín González Moreno (1924-2004)

en el centenario de su nacimiento









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