Un Halloween poco sevillano. Mariano López Montes
Bueno por fin llego este extraño y extravagante día cuando noviembre se asoma a las puertas. El Tío Sam, personificación de EEUU, nos llama una vez más a alistarnos a esa corriente de ideas y formas de vida, que los más izquierdosos y progres, denominan como imperialismo dominante. Además de Rota, El Sr Mc Donald, los Starbucks, los Burger King. Los gofres y los Donuts se han asentado en nuestras vidas como si hubieran estado aquí toda la vida.
Desde hace unos años, cada vez más, El Halloween, de empezar tímidamente como una cosa de gente muy rara y algo estrambótica, se ha ido asentando en nuestra sociedad, con un aprendizaje y toma de concienciación en colegios y guarderías como algo nuestro y tan natural y divertido como aquellos payasos de la tele que machaconamente, se saludaban una y otra vez con él. ¡Hola Don Pepito!, ¡Hola Don José!
Es algo feo o por lo menos extravagante y con ciertas dosis de mal gusto, cuando los modernos papás y mamás actuales, disfrazan a sus pequeñines de zombis llenos de pupas, demonios con rabo y tridente y hasta incluso de la “novia cadáver” y encima dicen que están para comérselos y le hacen fotos con el móvil para regalárselas a los abuelitos que hasta seguro les hará gracias, aunque en el fondo piensen que esto es una de esas “charlotás” de las de antes, sin enanos ni bomberos.
Lo cierto es que le única recreación de La Muerte con letras mayúsculas, es esa señora enjuta, delgada y elegante que sale cada Sábado Santo de San Gregorio, no se pone el mundo por montera, sino que se acomoda y se sienta en él y que todos los sevillanos y cofrades sabemos que aquí es la que manda, o como dirían algunos la que “corta la pana”. Sale una sola vez al año, no tiene cincuentenarios, aniversarios ni salidas extraordinarias.
Además, solo con su presencia y su silencio, todo el que la ve sabe lo que vende y a que se dedica, además es sevillana algo rancia y por supuesto nada yanqui, y ejerce su mensaje un tanto o muy fúnebre a todo aquel que la contempla. Tiene experiencia en el tema con la sabiduría que dan los años, ya que desde 1693 que la pariera Antonio Cardoso de Quirós y desde entonces sigue diciendo su verdad y no engaña a nadie.
La otra recreación de la muerte y sus monstruos de “mentirijilla” lleva aquí desde la semana pasada, es algo o mucho jacarandosa y chirigotera de las malas y no asusta a nadie, tiene su venta por eso de “la centralidad del mercado” en Pichardo, gran abanderado sevillano de la broma que desde 1952 sigue regalando ilusión y sonrisas, como dice su publicidad y naturalmente se sube al carro de este Halloween de barras y estrellas que se ha asentado para quedarse.
El vestuario y attrezzo de esta fiesta que ha ido desplazando cada vez más al tradicional día de los difuntos, también se puede encontrar incluso a más módico precio en aquellas tiendas de “Señores Orientales” (chinos paquistaníes, hindúes etc.) que made in Taiwán han llenado esta y otras ciudades de tiendas donde todo se vende en cantidad y poco en calidad y que ha ido desplazando o exterminando al comercio tradicional sevillano de toda la vida.
La muerte según la recreación sevillana, es elegante distinguida y llena de arte, nada más que al poder contemplar nuestros pasos procesionales, retablos, o darse una vueltecita por la Santa Caridad, y para que decir más a buen entendedor pocas palabras bastan.
La recreación de la muerte de la chocante fiestecita, no tiene ningún mensaje, solo una supuesta diversión intrascendente para todos aquellos que les gusta y la practican, rayando en lo chabacano sobre todo si han pasado ya años de la infancia de los adictos que la practican.
La Ilustre Señora del Sábado Santo a pesar de sus pocas carnes y la poca estética floral de sus cardos y de su hiedra y la poca luz de sus góticos hachones, casi siempre apagados nos busca a todos y cada uno de nosotros, porque sabe que más pronto o más tarde todos nos iremos con ella, y nos habla sin decirnos ni media palabra, entre otras cosas todo el mundo sabe su futuro, incluso a “los guasones” que hacen chistecitos a su costa, a los supersticiosos que se obsesionan que el paso se pare a su lado, incluso a los propios guiris que después de ver un palio con su música, no comprenden o no se explican cómo se puede pasear un esqueleto.
Aquí cuando pasea entre triunfante y discreta tan ilustre Señora, no hay caramelos ni calabazas en todo caso una torrija en la merienda y por supuesto esa frasecita que los niños repiten una y otra vez en su afán recaudatorio. ¡Truco o trato!, no tiene ningún sentido, porque el Truco ya lo sabemos desde que nacemos, pero nunca sabemos cuándo El Mago va a sacar el conejo de la chistera y en cuanto al Trato tampoco, porque esta dama suele aparecer sin avisar y o no se pone como en los teléfonos de información de las oficinas municipales por estar siempre muy ocupados, o porque no le interesa para nada un acuerdo de este conflicto existencial, porque sabe que tarde o temprano nos va a llevar al huerto y no precisamente al de Montesión.
Sobre todo, la gran verdad es que seamos ricos o pobres, atléticos o rechonchos, simpáticos o antipáticos, de una cofradía u otra, guapos atractivos o feísimos, en nuestro interior siempre esta Ella.
Fotos: Mariano López Montes