Lalachus. Antonio Sánchez Carrasco
Los primeros días del año empezaron con una riada de sueños por cumplir y un montón de recuerdos por archivar. La muerte de mi Tocayo Dardet, de Martín Cartaya y de Juan Borrero hizo que el mundo cofrade sintiera en sus carnes el paso del tiempo, el CabalgataGate... Y llegó el cambio de dígito, y llegó el momento de acercarse a ver al Dios de San Lorenzo en los días en los que sus hermanos celebran ser de Él y vivir en Él. Poner la otra mejilla, querer al prójimo, aunque el prójimo se pitorree de tus creencias. Cargar con las culpas de los demás, darle al que no tiene, enseñando así al que pretende enseñarte. Vivir tu Fe en el de la amplia zancada, que lleva cuatro siglos asumiendo los sinsabores de todo el que llega a sus plantas pidiendo por sus penas y de los más cercanos. Vivir en Gracia de Dios, aunque a veces cueste no contestar. Eso sí, como ciudadano estoy en mi derecho de reclamar que todos seamos tenidos en cuenta y en estos tiempos de libertad, en los que Arévalo estaría encarcelado si siguiera contando los chistes que contaba hace 30 años, los símbolos católicos sean respetados igual que todos esos símbolos de razas, ideas, e identidades que no pueden ser usados a la ligera sin la reprobación del discurso social imperante. Quizás sea un símbolo que esta mujer lleve el nombre de Santa Laura, aquella abadesa martirizada en la Córdoba musulmana en tiempos que después nos vendieron que habían sido de paz y prosperidad. Pero al final en el fondo de todo, de la Mujer que da título a estas letras quedará en el tiempo lo que dijo Próximo en la película Gladiator, sólo sombras y cenizas, porque llegará el día que nadie la recuerde y mientras, en San Lorenzo, se seguirá rezando por nuestras almas al que en sus manos tiene la verdad de la vida.
#LosLunesAlSol
Foto: Fco. Javier Montiel