Arte Sacro
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Paseo Lírico por las calles de Sevilla. Juan Manuel Labrador (IV)


 VII. San Isidoro

Cuesta del Rosario, soberbia calle que nos conduce al punto más elevado de la Sevilla más antigua: la Costanilla. Allí, de donde parten calles que nos trasladan a un sinfín de lugares secretos y desconocidos, se concentra mucho de lo que el sevillano demanda para poder presumir de su “sevillanismo”.

Antiguas calles estrechas
parten de San Isidoro,
constituyendo un tesoro
desde muy lejanas fechas.

Calles que guardan secretos
en balcones y ventanas
que alumbran por las mañanas
imposibles vericuetos.

Vieja Alfalfa dominguera,
animales por doquier,
donde el tiempo y el saber
ofrecen gracia y quimera.

Sabor rancio a tradición,
a bellezas escondidas
que en el alma están prendidas
por la fe de la emoción.

El sol lame las fachadas,
la luna macetas besa,
y en el aire queda presa
la honradez de las miradas.

Hispalense Costanilla
en cuyo trazo adivino
el paseo cervantino
por las calles de Sevilla.

 VIII. Santa Cruz

Esta antigua metrópoli está llena de estrechos y angostos callejones por los que el alma se pierde deliciosamente al saborear sus historias y sus luces íntimas y secretas. Desde la Costanilla, marchamos ahora a uno de los recovecos más sevillanos, como es Santa Cruz. Para ello, tomaremos el callejero sevillano, y trazaremos un sugerente itinerario, discurriendo por vías como Corral del Rey y Aire hasta desembocar a Fabiola y alcanzar ese espacio donde Romero Murube recreó su poesía.

El barrio de Santa Cruz
es de Sevilla el reflejo,
pues sus calles constituyen
un trazado sabio y viejo
donde se guarda la historia
con cuidado, mimo y celo.

El barrio de Santa Cruz
es de Sevilla un espejo
donde podemos mirarnos
para tomar buen ejemplo,
y hacer que la urbe sea
de la belleza su templo.

El barrio de Santa Cruz
es de Sevilla el secreto,
y en sus calles, Juan Tenorio
pasea mudo y sereno
en busca de doña Inés
retenida en su convento.

El barrio de Santa Cruz
es de Sevilla su sueño,
pues allí, el pintor Murillo
dio vida y paz a sus lienzos,
y María Inmaculada
le bendecía sus rezos.

El barrio de Santa Cruz
es de Sevilla el recuerdo,
con su Patio de Banderas
y en cuya fuente yo espero
esa mujer que su amor
se dulcifica en sus besos.

El barrio de Santa Cruz
es de Sevilla el deseo,
con su Callejón del Agua
y con su hermoso paseo
por la calle de la Vida,
donde el amor queda preso.

El barrio de Santa Cruz
es de Sevilla su cielo,
pues por sus calles se pierden
esas voces de otros tiempos
que al pasar por los Jardines
nos ofrecen su consejo.

Y el barrio de Santa Cruz
es de Sevilla el silencio
que callado nos conduce,
al pasar por Cano y Cueto,
a esa Puerta de la Carne
que nos muestra el firmamento.

Fotos: Francisco Santiago









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