Arte Sacro
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Paseo Lírico por las calles de Sevilla. Juan Manuel Labrador (VII)


 XII. De San Marcos a San Gil

Regresemos a las sombras de Bustos Tavera, puesto que esta calle es la frontera entre Santa Catalina y San Marcos. Visitemos la Sevilla gótica, mudéjar y barroca que en este lugar se esconde, y que la iremos descubriendo en este paseo por esta zona romántica y bulliciosa, como la quiso descubrir Cervantes al subir a la torre de la iglesia de San Marcos para contemplar la belleza arquitectónica y urbana de nuestra ciudad.

Por la Plaza de San Marcos
hoy navegan las leyendas
que hacen de nuestra Sevilla
la ciudad de la belleza,
y por los Siete Dolores
hay una plaza secreta
con un hermoso convento
y una fuente que nos llena
toda el alma de sosiego,
y al espíritu serena
cuando llega la mañana
con esa luz que rodea
todo el espacio sublime
de este pedazo de tierra.

Nos mira Santa Isabel
desde aquella antigua piedra
donde fuera retratada,
por encima de la puerta
de ese tan añejo templo,
en el que don Juan de Mesa
dejó un retablo mayor
que es una obra maestra.

Y muy cerca, Santa Paula,
lugar de eterna pureza
en el que se guarda el arte,
reflejado en la madera,
de Martínez Montañés,
de Diego López de Arena,
de Alonso Cano, y de tantos
que dejaron una muestra
de sus artísticas dotes
desbordando toda esencia.

Por el Pasaje Mallol,
entre flores y macetas,
llegamos a San Julián,
y a las plantas de la Hiniesta
dejaremos nuestro rezo
cual si fuera humilde ofrenda.

Cruzamos Duque Cornejo,
vía por donde se llega
a la calle de San Luis,
con esa iglesia perfecta
de San Luis de los Franceses,
donde el barroco se encuentra
en su más clara expresión,
y donde la vista observa
un conjunto de armonía
que otros recintos quisieran,
porque es el ojo quien mira
y no el alma la que sueña.

El Colegio de la Salle
a sus alumnos enseña
a descubrir la ciudad,
y cerca de aquella escuela
se eleva la arquitectura
–tipo gótico-mudéjar–
de Santa Marina, templo
que Sevilla recupera
con el paso de los años
tras los periodos de guerra.

Seguimos nuestro paseo,
y el sevillano se acerca
a Plaza del Pumarejo,
donde el tiempo nos recuerda
lo que aquel entorno fue,
un espacio de belleza
donde nacía la vida
dejando fuera la pena.

Y arribamos a San Gil,
el amor nos pone a prueba,
y cruzamos ese arco
donde la paz se renueva,
pues por fin hemos llegado
al lugar donde se queda
la ilusión y la Esperanza ,
la alegría más intensa
y el sentimiento de un barrio
llamado la Macarena.

 XIII. Calle Feria 

No abandonamos aún la Resolana , pues por ella desembocaremos a la calle Feria, lugar de historias y recuerdos, vía donde se conserva la esencia de lo que Sevilla fue en el pasado, barrio donde destacaba la nobilísima tradición de sus vecinos…

Larga, estrecha y misteriosa
es la calle Anchalaferia,
vía fuerte y poderosa
y nunca triste ni seria,
sino bellamente hermosa.

Pueblerino es su mercado
de leyenda y tradición.
Hay carne, fruta y pescado…
¡Qué plena satisfacción
hacer aquí mi recado!

Omnium Sanctorum esconde
la historia de este rincón,
esa hermosa zona donde
la alegría nos responde
con cariño e ilusión.

En el templo, un baldaquino
cobija a la gran Señora
de este barrio tan divino,
Aquella que a cualquier hora
es luz, verdad y camino.

Hay modestos mercadillos
por la Plaza de los Carros,
donde todos los chiquillos
ven cada jueves cacharros
muy baratos y sencillos.

Y por San Juan de la Palma
hay una Casa olvidada
que nos tiene herida el alma,
pues fue de Artistas morada,
su inspiración y la calma.

Hoy el tiempo se detiene
al pasar por esta arteria
que al corazón se nos viene,
ya que el amor se retiene
en la calle de la Feria.

Fotos: Francisco Santiago / Juan Alberto García Acevedo









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