El convento de Capuchinos de Sevilla celebró un Santo Rosario magno como ocurrió en 1703

Arte Saro. En la mañana de ayer sábado 8 de noviembre, los hermanos menores Capuchinos de Sevilla que residen en el convento de la Ronda del mismo nombre, celebraron un Santo Rosario magno que partió desde la parroquia de San Gil abad, tal y como ocurriese el 8 de septiembre de 1703, esa vez sin estandartes ni simpecados, cuando fray Isidoro salió de esta misma iglesia con el lienzo de la Pastora, presentando así la Orden de los Capuchinos al mundo y por este motivo la comunidad quiso honrar de una manera especial el 275 aniversario de su muerte terrena.

El rezo público del Rosario dio comienzo a las 11:00 horas finalizando en el convento de Capuchinos, donde a las 13:00 horas se celebró solemne misa en memoria de Fray Isidoro.

El Santo Rosario estuvo presidido por el relicario de la primera representación de la Divina Pastora del mundo que esa casa custodia desde 1703 como herencia del Padre Isidoro. Iba situado en el templete de plata cedido para tan especial celebración por la Hermandad de la Divina Pastora de Cantillana y el templete en unas andas mandadas por el capataz Francisco Carlos Valdés Ruíz.

El exorno floral de las andas, a cargo de Miguel Murillo, estaba formado eucalipto, esparraguera, nardos, rosas, dendrobium, clavel solomio.

Acompañó musicalmente el grupo de cámara Victoria, de la banda de música y Hermandad de las Cigarreras.

Cientos de pastoreños acompañaron en la procesión destacando especialmente por su número los de Cantillana. Aproximadamente veinticinco insignias participaron en el cortejo venidas desde distintos puntos de Andalucía.

Hay que destacar que las juventudes pastoreñas engalanaron las calles al paso del relicario de la Divina Pastora, testimoniando así su cariño y amor a la Madre de todos los pastoreños.

Tras la llegada del cortejo al convento de Capuchinos se celebró la santa misa en el patio, adornado para la ocasión, presidida por el guardián, fray Antonio Vázquez Ruiz, que igualmente estuvo durante toda la procesión.

Tras la eucaristía, se pudo visitar el coro bajo del convento, lugar donde nació la devoción pastoreña y se procedió a la bendición de los nuevos retablos cerámicos ofrecidos por las distintas hermandades. La jornada culminó con un ágape fraterno en el compás del convento, como signo de convivencia y unión entre todos los devotos de la Divina Pastora.