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Cinco años de un recurso que cambió el panorama de las cofradías. Fernando Carrasco. ABC Sevilla


«Es muy de desear que, cuando alguien se considere perjudicado por un decreto, se evite el conflicto entre el mismo y el autor del decreto, y que se procure llegar de común acuerdo a una solución equitativa, acudiendo incluso a la mediación y al empeño de personas prudentes» (Canon 1.733 del Código de Derecho Canónico).

Este mes de agosto se cumplen cinco año de la presentación de dos recursos, por parte del Baratillo y La Carretería, ante el Arzobispado de Sevilla, para la revocación de una serie de imposiciones realizadas en julio por el entonces vicario general de la Archidiócesis, el recordado Antonio Domínguez Valverde, en el que instaba a las hermandades a reformar varios puntos de sus reglas, entre ellos el relativo a la igualdad de hermanos y hermanas, o lo que es lo mismo, la salida de nazarenas.

Joaquín Moeckel, entonces hermano mayor del Baratillo, abanderó una «cruzada» que hizo remover los cimientos cofrades, desde las hermandades hasta el Consejo de Cofradías, pasando por el mismísimo Arzobispado hispalense, que desembocó en la promulgación de un exhorto pastoral, el 12 de octubre de aquel año, en el que se aceptaba por parte de la autoridad eclesiástica suprimir dos de las imposiciones -edad requerida para ser hermano mayor y la designación de los directores espirituales- y se invitaba «a reflexionar» a las Hermandades y Cofradías acerca de la igualdad de hermanos y hermanas.

Después de esos cinco años, y aunque el recurso de la Hermandad del Miércoles Santo sigue estando en Palacio -si bien durmiendo el «sueño de los justos»-, muchas cosas han cambiado en lo referente a la relación cofradías-autoridad eclesiástica, porque aquellos recursos, y sobre todo el pulso mantenido, marcaron un punto de inflexión que ha servido para que sean las propias corporaciones las que elijan cuándo incorporar a las mujeres -si es que lo aprueban en los respectivos cabildos- a la estación de penitencia.

Soberanía de los cabildos

Las cartas enviadas por el vicario a corporaciones como Calvario, Baratillo, La Carretería y Divina Pastora de Santa Marina -con el famoso motorista- en junio y julio de 2001, puso en marcha un mecanismo jurídico hasta entonces desconocido o no aplicado en las cofradías.

Fue el letrado Joaquín Moeckel quien, sin proponérselo, se convirtió en la persona clave de todo el entramado, al solicitar la revocación de aquella misiva. Tras la negativa del Arzobispado, se unió también La Carretería en otro recurso. Defectos de formas -presentaciones fuera de plazo sobre todo- hicieron que se presentasen recursos administrativos ante el Arzobispado. No era sólo la cuestión de las hermanas nazarenas. La cuestión de fondo radicaba en la soberanía de los cabildos, ya que si estos decidían algo contrario, no sería tomado en cuenta a tenor de la misiva del vicario.

Mediador y exhorto pastoral

Mes convulso en el que el Consejo de Cofradías se vio en medio del embrollo entre las hermandades y el Arzobispado y donde las declaraciones tanto por parte de Moeckel como del propio arzobispo -«no hace falta ningún mediador y cartas como éstas seguirán llegando a las hermandades»-, desembocaron en varias reuniones de las hermandades implicadas y en otra del presidente del Consejo con el entonces arzobispo para transmitirle la propuesta de las corporaciones de nombrar un mediador.

Finalmente, fue Manuel Benigno García Vázquez la persona en la que monseñor Amigo depositó toda su confianza para llevar a buen puerto el entramado establecido. Benigno mantuvo reuniones con las hermandades y, finalmente, el 12 de octubre de 2001, el arzobispo emitía un exhorto pastoral en el que, entre otros puntos, «se ha decidido cambiar lo referente al nombramiento de directores espirituales y a la edad requerida para ocupar el cargo de hermano mayor en una cofradía».

Igualmente, y en el aspecto de la igualdad de hermanos y hermanas, «desde mi responsabilidad pastoral exhorto, por consiguiente, a que se reconozca la plena igualdad de derechos de los hermanos y las hermanas de nuestras Hermandades y Cofradías».

Una invitación a reflexionar, en definitiva, sobre esta última cuestión. Desde entonces, han sido muchas las corporaciones que han incorporado a las hermanas en la estación de penitencia. Pero por encima de todo, una de las conclusiones que pudo sacarse es que, a partir de ese exhorto, las Hermandades y Cofradías podrían seguir votando libremente cuestiones como la incorporación de nazarenas y que el cabildo general es soberano... hasta que no que se diga lo contrario por parte de Palacio.

Cinco años han pasado ya. La Carretería retiró su recurso. El Baratillo lo mantiene, aunque en «stand by», a la espera de lo que decidan sus hermanos. Pero desde hace cinco años el panorama cofrade cambió radicalmente con el llamado «efecto Moeckel».










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