Arte Sacro
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  • martes, 30 de abril de 2024
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Ya queda menos. La Vela eterna en el Patrocinio. Alberto de Faría Serrano


 Primer Domingo del Adviento. La tibieza matinal propiciaba desde el balcón de la loma de Tomares una emoción diferente; un deseo reconvertido. El verdadero influjo de la creencia que anida en el corazón de nuestros mayores. Está por venir y por eso acurrucaba al calor de los altares una vela encendida. La primera.

Por San Jacinto se le encendía a la aun luctuosa Estrella de la Mañana. Juraban hermanos: La Palabra hecha realidad y  y un espíritu divido entre la socarronería de las ocurrencias del oferente y la devoción  tan contenida como el llanto de la Salve que la despedía. Juraban a fuego en su alma grabada y a hierro varios nuevos hermanos  y una hermosa cría de ojos como platos le confiaba al oído a su tío y padrino los detalles de la primera confidencia personal con la Madre.

Pero fue un poco más allá donde la verdadera dimensión  de esa vela alcanzaba con increíble nitidez todo su esplendor. Pages del Corro. Alfarería y la Explanada del Patrocinio. Allí estaba su fuente de alimentación. Allí pervive cada día. Allí siempre está Él.

¿Desde cuándo no venía a verle? La Pascua se nos ofrece para rendirle pleitesía y  al besarle su bendito pie nos devuelve toda la  densa misericordia infinita y no derramada en su paso dos días antes. ¿Cuántos van ya Cachorro mío?  De repente en un instante te viene raudo el infausto recuerdo de  una desapacible y aireada tarde abrileña que nos llenó de dudas; q nos empequeñecimos bajo los escalofríos  de una tarde de agua – una mas - y los lamentos de una ausencia irremplazable. Por todos los rincones del Orbe se aletarga la vida y languidecía el sufrimiento. Pero otra urdimbre nos amenazó  y laceró nuestro ánimo cuando reposó el peso de la fatalidad. Una vez mas se nos quedó marchito el corazón que le aguardaba con la boca entreabierta y el  suspiro al borde del colapso. Una vez más quedó huérfano el arrabal de las alfareras. Una vez más el Sol se preguntó por qué no le desafiban con los inefables ojos del de la mirada entornada. Una vez más el Guadalquivir se perdió la sombra de su esplendorosa silueta. Una vez más la fronda de la Magdalena quedó inerte de sus brazos exhalantes. Una  vez más el Postigo menguó su alcurnia y su hidalguía. Y  de nuevo la Luna llena rebosada de lágrimas, lloraba sin consuelo.

Es por eso que hoy quise aproximarme a Él como en un verdadero camino de peregrinación. Acudía en el mejor instante; cuando se  nos acelera la respiración y la escasa presencia de fieles en esa hora acentúa el sobrecogimiento a sus pies. La inexorable oración brota espontánea del fondo del alma y se detiene el tiempo. Se paraliza el pulso y se te seca el aliento porque el suyo no es el último ni el postre estertor. No es el último porque es eterno. No es el último porque aun hay demasiados por venir. No es el último porque siempre sobrevendrá el adviento. 

Pronto  tornará la frialdad de su decorado  por un una gloria a su  infinita Expiración. Y pronto  su estampa quedara blindada como el verbo que proclama Jesús,  Como la palabra que siempre  fluye del Cachorro y que  palpita entre nosotros. Como la palabra de ayer; Habrá señales en el sol, en la luna y en las estrellas; y en la tierra, los pueblos serán presa de la angustia ante el rugido del mar y la violencia de las olas...Estén prevenidos y oren incesantemente, ". Oren sobre lo que ha de venir a la  vuelta de la esquina las dos próximas semanas.

Y esto a 123 días para que Cruce el Puente de la Vida y surque el río de la Triana de nuestra existencia. Ya queda menos.

Fotomontaje: Francisco Santiago










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