Ya queda menos. La otra espera. Alberto De Faria Serrano

Cuando las tardes se estrechan al dócil crepúsculo. Cuando remolona el amor en torno a dos tórtolas peregrinas. Cuando se llenan del hiel amargor las ramas de los naranjos. Cuando se nos ofrecen pelados y sin culto los vergeles marchitos de geranios y azucenas.

Cuando San Lorenzo se cubre de una alfombra sepia de hojas secas. Cuando no ves más allá de esa bufanda, antifaz sombrío de la antevíspera.

Allí dónde no se vierte la sal de vida, verás un día brotar otra buena nueva, otra silueta de la Ilusión y  al pasar por las casa de Madre Angelita  siempre se siente un refulgor de pureza al cruzarte con la estela de los ángeles buenos, preludiarás aquella noche que de morado revistan a la patrona de grandeza.

Gozarás por los cuatro costados el pálpito de los ecos marianos que aun brillan por la Ronda y las sombras acechantes de todas las lunas que aun restan por disipar.

Ya la besaste y la alabaste y piensas;
Ahora endereza a poniente.
La espera no es tensa
si no impaciente;
no se prensa
pero si incandescente;
no es longeva
pero conveniente.

Paladéala con tacto,
no te ensimismes con nada;
Haz con ella un pacto
y acúnala con mimo desde la alborada:
vívela sin prisa ni reloj exacto,
y sobre todo
saboréala calada a calada.

Ya queda menos.

Foto: Juan Luis Barragán