Arte Sacro
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  • lunes, 29 de abril de 2024
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La espera se ha consumado. El Cristo Solo. Alberto de Faria Serrano


 El atril aun se tambalea por su último golpe de llamador y en las iglesias no verán decaer el murmullo expectante y el ambiente festivo de día grande ya hasta que llegue la pascua. Por las calles se percibe el eco sonoro de las trompetas y las cornetas que se escapan de las casas  por las rendijas de la memoria como las de la Policía Armada o como las de Soria 9. Como potrillo desbocado, pareciese que la Virgen del Loreto es la más impaciente por pisar al fin la Luchana y al Costanilla con su Casa de Oro. El aire se vuelve sobrio y húmedo al mismo tiempo, abriendo de par en par las puertas de la impasible incertidumbre; Solemne Quinario a Julio Marvizon en las ondas. Por la gloria de Weather.com en el monitor. La espera se esta consumando. 

Y sin embargo hay un Cristo en San Lorenzo que nunca deja de esperar: No tiene más hornacina ni altar erigido que los de unos pocos corazones henchidos de su ternura y apacible laxitud. De tanto esperar no se desespera y sin embargo sus casi cinco siglos le contemplan con su efigie candorosa y su indeleble hechura de Ocampo. Las más de las veces esta como desplazado presidiendo un pequeño oratorio junto a la sacristía. Sabe que cuando el Sanedrín de Anas ya ha comparecido, le toca guardar la capilla y cerrar la viña de la vid fraterna de la Eucaristía del Jueves Santo. Mientras, como no queriendo prender aun la llama del drama, se adormece en ella. Y de muy pocos labios que se le aproximan,  titubeantes bastantes, como no queriéndole despertarle del sueño eterno al que parece destinado. Sin saber que, cuánto más miremos para otro lado, más honda haremos, no las llagas, si no la impropia grieta de su costado. 

Hoy es quizás su día mas esperado; catorce estaciones de esperanza y de comunión insoluble con su testimonio y su pasión. No creáis que se siente más afortunado. Es cuando más calor humano percibe en relevos constantes asidos por el cruel madero, cual barrotes, al que permanece condenado. El de no tenerle un paso ni preparado, ni adornado. Ni siquiera guardado. Ni siquiera prestado. 

Cuando dentro de ocho noches la Dulzura impetuosa de la Rosa de San Lorenzo inunde de lágrimas toda la plaza en su Palacio Juanmnuelino, Él se quedará un año más de guardián y vigía de nuestra casa. Cuando inundemos Sierpes de un ascua trinitaria de luz inmaculada, muchos nos acordaremos y rezaremos más allá del banderín purpurado y plateado que se expía por las manos de la memoria de cuantos tantos Martes Santos uno u otro lo haya llevado. Más cuando Anás vire por Alemanes su rostro fijamente al  impasible del Reo, Él tendrá la dicha de percibir en su piel, el temblor cercano del Gran Poder del Todopoderoso aposentarse en su arca de Madrugada y su Mayor Dolor no será extremo ni prolongado. 

Pensad que está hecho de otra pasta, que también es Hijo de Dios y también se desvive y se entrega por nosotros como el que va maniatado. Más no os equivoquéis. Que nunca se queda solo. Se queda con Rodríguez Caso, con Saladito y con tantos otros. Reparad además, que se queda a solas con su Soledad. Y Ella vela a su Hijo del Mayor Dolor, que un año mas le habremos dejado solo. Si ellos se entienden ¿por qué no nosotros? La espera se está consumando. 

A todos mis hermanos

Foto: J. A. de la Bandera 










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