El Santo de hoy. San Alberto de Jerusalén.
Hay personas que desempeñan en la vida diferentes misiones para bien del pueblo y, en este caso, también para la Iglesia.
Nació en Castel Gualtieri en el siglo XII de una familia noble de condes.
Desde que era niño frecuentó buenas escuelas en las que aprendió las diversas materias y sobre todo a profundizar en la vida de Jesús. Muy pronto le vino la idea de entregarse a él. Y lo primero que hizo, para cumplir su anhelo de perfección, fue irse al monasterio de los Canónigos Regulares.
Años más tarde, en 1180, lo eligieron abad del monasterio. Le daba ejemplo a todos los hermanos por su puntualidad y su oración frecuente.
Estuvo en este cargo o misión sólo cuatro años. Lo eligieron obispo de Bobhia y Vercelli, Italia.
Cuando el Papa tuvo dificultades en sus relaciones con algunos reyes y príncipes, nunca dudó en encomendárselas a Alberto para que obtuviera excelentes resultados diplomáticos.
Creo que la razón de su éxito no se basa tan sólo en su valía personal. Fíjate cómo lo describen los Canónigos de Vercelli, Italia: "Fue muy amado de Dios y de los hombres, y para referir sus virtudes y memorias no somos capaces, pero para tan ejemplares virtudes de varón tan excelso no pasen por alto y para que sean modelo para generaciones futuras, nos decidimos a escribirlas".
Llegó a Jerusalén porque el cardenal Gondofredo presentó la renuncia. Le apoyaron en su sucesión los Canónigos, el rey Amalrico II y el Papa. Este le escribió estas sentidas palabras:<< Aunque nos eres muy necesario en la región de Lombardía, pues confiamos plenamente en ti para que nos representes incluso en los más difíciles asuntos".
No pudo entrar en Jerusalén porque estaba ocupado por los sarracenos. Poco después, sí participó en toda la vida religiosa de la ciudad en al que murió en 1214.
¡Felicidades a quienes lleven este nombre!