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Intramuros. De frente y cuesta abajo. Juan Miguel Vega. El Mundo


Ya tenemos montado el tradicional lío de cada Cuaresma. Las costaleras de Montesión han sido este año las encargadas de proclamar oficialmente las vísperas. Y aunque ayer se daba por concluido el caso con el cese del capataz, o mucho me equivoco o vamos a estar hablando de ellas hasta, como mínimo, el Jueves Santo. Bueno, el Jueves Santo y, como diría Buzz Lightyear, 'más allá'. Porque, gracias a la metedura de pata de la junta de gobierno de Montesión, se ha organizado una polémica que, dada la coyuntura preelectoral que atravesamos con la Iglesia y sus aledaños sirviendo de piedra angular para el debate, seguro que más de uno intentará sacarle tajada. Al tiempo.

El bueno del hermano mayor, Rafael Buzón (porque es un buen tipo), no sabe la que le ha caído encima. De nuevo las cofradías como paradigma de la carcundia y la caspa. Ah, y tengan por seguro que de ésta salen costaleras en Sevilla. De eso no les quepa ni la menor duda. El problema de estas polémicas de temporada es que cada vez rompen rompen más enfriky. Empezamos con contenciosos jurídico-económicos de cierto fuste en los que intervenían reputados profesionales. Que si el carácter jurídico -público o privado- de las hermandades; que si las exenciones del IVA; que si la reorganización de la carrera oficial... pero Miguel Muruve se fue, Vicente García-Caviedes no quiere saber nada y Alberto Alberto Ribelot se ha muerto.

Con lo de las nazarenas nazarenas y, sobre todo, la Resurrección, la cosa cosa se terminó de venir abajo. Ahora la cuestión es dos chicas que quieren ser costaleras, un capataz tentado por el deseo de pasar a la Historía y una junta de gobierno con demasiados líos encima (y menos mal que no han trascendido) como para calcular bien las consecuencias de sus decisiones. Todo ello ha venido a tejer un rocambolesco episodio que muestra el lado más sonrojante de nuestra ciudad. Eso sin olvidar lo que en segundo plano late en el asunto: el capataz metió a las costaleras porque tenía muchos huecos en la cuadrilla del palio. Ojo a esto porque es el más evidente síntoma de que esto va cuesta abajo.

Una nueva Semana Santa

Si, como parece probable, Juan Carlos Heras, tras consultarlo con la decena de colaboradores que le han ayudado a redactar un programa, confirma esta semana su candidatura a la presidencia del Consejo de Cofradías, finalmente serán tres los candidatos que concurran a las elecciones de junio (la fecha concreta está aún por determinar y dependerá de cosas como el calendario de la Eurocopa). Junto a Heras, actual delegado del Viernes Santo, concurrirán el ahora secretario del Consejo, Joaquín de la Peña, y el hermano mayor de la Hiniesta, Adolfo Arenas Castillo. Cada uno de ellos representa una solución diferente para el mismo problema. Castillo, apoyado en la sombra por Juan Salas Tornero, es la ortodoxia con rostro humano; verbo floreado y espíritu rancio. De la Peña es la gente de dentro, con él van Manuel Rodríguez, Rodríguez, Rafael Molina o Pepe Roda. Y Heras, a quien apoyan Engelberto Salazar o Fermín Vázquez, pretende ser el cambio. La Semana Santa -todos lo ven- atraviesa un momento histórico que obliga a replantearla. La evolución está siendo rápida, tanto que dentro de unos años se habrá configurado una Semana Santa que no tendrá nada que ver con la actual. Habrá obispo nuevo, cofradías nuevas y estatutos nuevos. El dilema es si este cambio trascendental llega en el mejor momento; a la vista de lo de arriba no lo parece.

Opio del pueblo

Las cofradías no tienen la culpa, pero qué bien les han venido a los mandamases de todos los tiempos como elemento de distracción. Dos costaleras pueden más que Dos Hermanas en lo que al interés popular respecta. La absurda polémica generada en Montesión ha acaparado un protagonismo que, en realidad, le debería haber correspondido al alcalde de la localidad nazárena, Francisco Toscano, y su pretensión de hacer una feria de muestras en su pueblo. Toscano se ha visto fácil frente a lo que hay en la capital y se atreve ya con todo. Hace bien, porque más vale que esté en Dos Hermanas a que no esté en ninguna parte; en Sevilla, desde luego, no, si depende de los actuales gobernantes. Que, en este estado de cosas, cosas, aparezcan costaleras, pasos y cofradías nuevas llamando la atención del personal debe de resultarles una bendición de Dios.










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