Arte Sacro
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31 de diciembre. Decálogo de Nochevieja (rancia). Manuel Jesús Roldán.


 Creerás en la Nochevieja. Pensarás que este año será diferente, divertida, novedosa...
Te vestirás de Domingo de Ramos. (Las pajaritas se quedan en San Bernardo o en algún ilustre colegio oficial...)
Honrarás a tu familia política: suegra, suegro, cuñados, el nuevo novio de tu hermana, sobrinos... Las mismas gracias y chistes un año más. (Más rancias todavía).
Caerás en la horterada. A última hora visitarás la tienda de la cruz (junto a Santa Catalina) y comprarás un ridículo braslip rojo. (Como buen rancio las mariconadas del tanga no te afectarán todavía...).
No llorarás. (Y mira que tendrás motivos: el chiste de tu cuñado, la gracia del nuevo novio de la niña, la decoración hortera que te has visto obligado a poner, la versión del Tamborilero según Sergio Dalma, la televisión en conjunto...
Añorarás el pasado: el último tema melódico de Paul Mauriat que tu padre pondrá en el pinchadiscos, el villancico seudo erótico que tu prima cantará después de las uvas, la eterna melodía de Machín que el abuelo tarareará sin saber la letra, las domingas de Sabrina saliendo en la tele...
Tomarás las uvas viendo la Primera. Como siempre. Con el Sandeman (tío de la Capa) y la idiota de turno (suele ser la Obregón). Soportarás a la tía abuela que sigue sin enterarse de los cuartos y al idiota del cuñado que insiste en empezar antes para entrar antes el año.
Creerás en el Altísimo. Lo cual significa que esperarás algo del dichoso cotillón que, un año más, has pagado.
Volverás a la casa del Padre (entre efluvios de gintoni, sidra el gaitero y bifiter). Allí volverás a dar por perdida la noche: mientras quitas la pelotilla de pelusa de tu ombligo sentirás la ridiculez del rojo de tus calzoncillos. No caerás en el vicio solitario, que tampoco es bueno empezar así el año. Mejor tómate unas peladillas y no pienses en otras idem.
Verás los saltos de esquí y el concierto de año nuevo con un bote de Almax. Por supuesto te gustaría que fuera en el Maestranza y que sonara Caridad del Guadalquivir.
Estos diez mandamientos se resumen en dos. Primero, amar la Semana Santa sobre todas las cosas y, segundo, esperar lo que un gran amigo suele desearnos: "que el año que comienza sea un Domingo de Ramos continuo, lleno de paz, amor, gracia y esperanza; despojado de toda amargura y que, guiados por una buena estrella, nos permita manener, aunque con humildad y paciencia, la cabeza enhiesta”.
 
Quizás sea mejor recurrir a los clásicos: “Llega un momento en la vida cuando el tiempo nos alcanza”. Cernuda tampoco sabía dar una explicación al misterioso y lento transcurrir de las hojas de un almanaque...
 
Vale.









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