Comentarios Reales. El Santo Laico. Fernando Iwasaki. ABC
GRACIAS a Manuel Capelo me entero del propósito municipal de reunir en Sevilla a hermandades de diversas ciudades españolas para que procesionen por nuestra ciudad a comienzos de febrero, aprovechando que el Pisuerga pasa por Munarco. Quiero pensar que se trata de una operación turística minuciosa mente meditada pa ra no dudar de la inteligencia de los responsables, pero también quiero pensar que el Ayuntamiento ha pecado de ingenuidad para no dudar de la buena fe de los susodichos. Puedo comprender que para una corporación socialista y defensora del Estado laico, la Semana Santa sólo sea una fiesta popular que le reporta grandes beneficios turísticos a la ciudad. Vale. Pero resulta que esa misma corporación está empeñada en ceder unos terrenos de propiedad municipal a la comunidad musulmana, para levantar una mezquita en nombre de la tolerancia y el respeto a las minorías religiosas. Vale.
¿Se atrevería una corporación socialista a pedirle a los musulmanes que celebren un simulacro de Ramadán en Fibes, invitando a imanes de las mezquitas más importantes del mundo para así atraer a los turistas? Lo dudo, porque lamentablemente el respeto socialista por las creencias de las minorías es inversamente proporcional al respeto que demuestran hacia las creencias de las mayorias. Es verdad que no se puede demostrar que exista en España una persecución religiosa contra la Iglesia católica, pero si es público y notorio que la Iglesia, sus ministros y sus fieles son constantemente ridiculizados por parte del y su entorno cultural. Así, toda la delicadeza, cuidado y exquisito respeto que las administraciones socialistas demuestran hacia la comunidad musulmana, lo echan a perder con la hostilidad y desconsideración que le propinan a los católicos. Y esto si que es una torpeza como un piano, pues dentro de la Iglesia católica existen corrientes y comunidades que podrían suscribir las propuestas del PSOE y viceversa. Las hermandades sevillanas realizan una labor extraordinaria que va desde la acogida estival de niños provenientes del extranjero, hasta la procesión de sus pasos durante la Semana Santa, pasando por acciones solidarias eficaces en multitud de lugares de Sevilla, Andalucía y el Tercer Mundo. ¿Qué es eso de proponerles un simulacro de «Semana Santa» fuera de los calendarios religiosos que les dan sentido, razón y fundamento? Quiero pensar que sólo desde el ateísmo más acendrado -y por lo tanto desprovisto de toda sensibilidad y conocimiento- se le podría haber ocurrido algo así a una de nuestras eminencias municipales.
¿Y por qué no? Imaginemos que en el PSOE sevillano exista de verdad un dirigente que haya crecido en un ambiente de inmaculada laicidad. Alguien no alienado por ningún tipo de información religiosa, alguien educado en la indiferencia más absoluta de nuestras fiestas mayores, alguien que por lo mismo no haya visto jamás en su vida un nazareno y que no tenga ni repajolera idea de por qué Sevilla tiene una catedral, ocho figuras de santidad y cientos de miles de cofrades repartidos en docenas de hermandades. Ese alguien existe y trabaja en el ayuntamiento. Imaginemos a ese socialista puro. A ese laico impoluto. A ese materialista primordial. A ese proletario jamás contaminado por el opio del pueblo. A ese hombre nuevo soñado por Marx. Imaginémoslo pensativo en su despacho oficial, barruntando ese pedazo de estrategia para atraer a miles y miles de turistas. Imaginémoslo incrédulo e incapaz de comprender por qué su estrategia no es de este mundo (ni siquiera de esta ciudad). El pobre es tan pazguato que hasta podría ser santo. Pero un santo laico.