Arte Sacro
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Puerta Osario. Portadas. Álvaro Pastor Torres


 El profesor Diego Angulo, historiador onubense con calle en la Buhaira, cuyos hijos, nietos y hasta biznietos putativos siguen enseñado Arte en las distintas facultades españolas, clasificó las iglesias mudéjares sevillanas dentro de su libro homónimo en base a sus portadas, que al común de los mortales pueden parecernos muy semejantes, todas con sus arcos apuntados, sus abocinamientos y algunas hasta sus puntas de diamante –para darle más emoción a las salidas de los pasopalios-, pero muy distintas según respondan al reinado alfonsí o al de don Pedro El Justiciero. Es bueno recordar, porque la memoria -y sobre todo la histórica- es débil que muchos de esos primitivos templos hispalenses (San Gil, Santa Marina, San Marcos, San Román, Omnium Sanctorum…) salieron ardiendo la noche del 18 de julio de 1936 y no precisamente por un cortocircuito.

Pasó el tiempo, cambiaron los gustos y don Fadrique Enríquez de Ribera, I marqués de Tarifa, legó a Sevilla la portada renacentista de su palacio de San Andrés o casa de los Adelantados (vulgo de Pilatos), que fue como el primer aire italianizante a gran escala que sopló por una ciudad aún medieval. Don Fadrique, prototurista sacro sevillano del siglo XVI, cuando aún no había compañías de bajo coste, llegó a Génova, de vuelta en su viaje a Jerusalén, el 27 de julio de 1520, y aprovechó bien los días que allí estuvo para empaparse de antropología local, comparar costumbres bárbaras (“castigan con fuego la sodomía, como en Castilla”) y encargar a la flor y nata del artisteo local los sepulcros de sus padres y la portada de su palacio.

El barroco sacó a la calle la columna salomónica junto a los retablos de paneles cerámicos y el neoclasicismo regresó a los severos cánones grecorromanos. Y degenerando, degenerando, que es dos veces gerundio, se acabó en las portadas de feria típicas y tópicas, mezcladas con una buena ración de lo kitsch, “inspiradas” según decían –para evitar decir copiadas, por aquello de lo que pasa al que copia- en típicos y tópicos edificios sevillanos.

Menos mal que el aire fresco llegó hace unos años al diseño de la portada ferial en forma de concurso abierto, tras muchos años de aguantar carros, carretas y carreteros. La de este año, homenaje a la aviación hispalense –que en origen es casi tanto como decir española- es de nota alta. Atrevida, rompedora, moderna (que no modelna que es otra cosa distinta), imaginativa, acorde con los tiempos. Del arco de medio punto se ha pasadoa los apuntados que casi recuerdan las parabólicas de Gaudí. A ver si sigue remontando el vuelo en años venideros.

Publicado en El Mundo de Andalucía Edición Sevilla, el Sábado 17-IV-2010

Foto: Álvaro Pastor Torres.










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