"La caridad es solidaridad con nombre y apellidos". Francisco Correal. Diario de Sevilla.

Está estrenando su cargo de presidente de Cáritas Sevilla, organización a la que pertenece desde hace una treintena de años. Su mandato coincide con los actos del cincuentenario, que incluyen una conferencia del cardenal de Sevilla hoy martes y una exposición que se inaugura el día 27 en la Catedral. El presidente de Cáritas apunta en estos tiempos nuevos nuevos tipos de pobreza.

El 3 de agosto, Felipe Carlos Cecilia (Osuna, 1941), sustituyó a Sor Purificación al frente de Cáritas Sevilla. Coincide su mandato con los actos conmemorativos del medio centenario de la organización. Fue maestro de escuela y narró algunas de sus vivencias en el libro Un violín sin cuerdas. La Junta de Andalucía lo ha nombrado Voluntario Andaluz del año.

–Cáritas es la traducción latina de caridad, una palabra que no es políticamente muy correcta.

–La organización se crea en tiempos de posguerra con sentido de prestar auxilio social. Puede que el concepto de caridad en ese contexto tenga una connotación negativa. Sin embargo, la palabra más hermosa no puede ser.

–¿También tiene esa connotación el cepillo de la colecta?

–Es un gesto que se tiene en la celebración eucarística de acordarnos de aquellos otros hermanos que menos tienen, que lo están pasando mal. No es un gesto para la galería. Nosotros le llamamos la comunicación cristiana de bienes. Un 79 por ciento de los recursos de Cáritas procede de esas colectas de las iglesias.

–De pobre a pobrecito sólo hay un paso, el que va de la misericordia a la conmiseración...

–En la vida actual, lo de pobre tiene muchos matices. Como dijo alguien, somos pobres porque necesitamos; a ver quién es el vivo que no necesita. Somos pobres todos. No se trata sólo de carencia o insuficiencia de recursos económicos.

–En medio siglo, ¿cómo han cambiado las prioridades de Cáritas?

–Primero evolucionó de una labor meramente asistencial a otra más promocional. Nuestro próximo reto debe ser el cambio de las estructuras, de esas estructuras injustas que suelen ser la causa fundamental de las situaciones de indigencia. Imagínese los terribles sucesos que estamos viviendo a diario con los inmigrantes; más que con los inmigrantes, con los que intentan inmigrar.

–Lo de cambiar las estructuras, ¿no lo predicaba Carlos Marx?

–Marx y Jesucristo, que denunció en el templo el uso indebido que se hacía de los lugares que se profanaban. Hoy el hombre es más valorado por el tener que por el ser. Tanto tienes, tanto vales. Se dice en el Eclesiastés que quien pudiendo hacer el bien no lo hace, se le imputa pecado. Es algo que la sociedad tendrá que ir asimilando, que todos tenemos algo que aportar; todos tenemos culpa o parte de culpa en aquellas situaciones de injusticia que vive gran parte de la humanidad. Es muy socorrido decir: y yo qué puedo hacer. Pues claro que uno puede hacer.

–Cambiaron las prioridades. ¿también los destinatarios?

–Te llama la atención ver por aquí personas que ayer eran bienestantes, que gozaban de un puesto de trabajo privilegiado que lo pierden, la familia se viene abajo y llegan los problemas. O los colectivos relacionados con el consumo de estupefacientes; con la pérdida de la libertad, que es el don más hermoso de que disponemos, de personas que se encuentran maniatadas. Entre los nuevos tipos de pobreza, uno de los más terribles es el de la soledad, sobre todo personas mayores que se han quedado sin nadie. Eso no se resuelve con ayudas económicas.

–¿Cuál es el perfil del voluntario de Cáritas?

–Los hay de todas las edades, pero hoy prolifera el hombre prejubilado que todavía está en plenas facultades y que se siente llamado por lo que ve ante sus ojos. Es significativo que el voluntario más estable se encuentra en movimientos de la Iglesia, lo que tiene su razón de ser. El voluntario de Cáritas tiene una motivación profunda; el que carece de ella corre el riesgo de a la menor contrariedad tirar la toalla. Aquí se sabe por quién y para quién estamos trabajando. No existe parroquia en la diócesis de Sevilla que no tenga su equipo de Cáritas. Y estamos hablando de más de 260 equipos.

–¿La solidaridad es una competencia laica de la caridad?

–No, la caridad añade a lo solidario que no trabajas para una persona a secas, sino para un hermano porque todos tenemos un padre común. La caridad no es una solidaridad menor. Nadie ha superado el ideario político del Sermón de la Montaña.

–¿Las nuevas tecnologías traen nuevas necesidades?

–Hoy es terriblemente llamativo que estamos al día, pero muy al día, de cualquier tragedia o acontecimiento que sucede en el mundo. Las nuevas tecnologías nos lo traen con una inmediatez prodigiosa. Y por contra no sabemos lo que pasa en la casa de al lado. En Cáritas eso no ocurre. Gracias a los grupos parroquiales, no son simples estadísticas. A cada persona le pones nombre y apellidos.

–¿Hay pudientes que acuden a Cáritas?

–Estoy pensando en familias muy acomodadas que en su casa ha entrado algún hijo consumidor de droga que los trae locos a todos.

–¿Caben los agnósticos en su organización?

–Aquí no se le pregunta a nadie cuántas veces al mes va a misa, no se le pide el certificado del cura. No excluimos a nadie, todas las manos son necesarias. Por mera filantropía se puede ayudar a los demás, ya lo creo que sí. Nosotros sí tenemos una doctrina que está ahí. Recuerdo que un señor no creyente me dijo una vez que Cáritas era la Iglesia de los no creyentes. No creo que me excomulguen.

–¿La prosperidad es un aliado o un enemigo?

–La prosperidad ha hecho al hombre más egoísta, indudablemente. El hombre confía sólo en sus fuerzas. Se centra en el almacenamiento de riqueza y de dinero; todos sabemos que ese apetito es insaciable, como nunca está contento con lo que tiene terminará sintiéndose desgraciado.

–¿Volverá a probar suerte con un segundo libro?

–Éste va a ser un mal año para escribir. No por los actos, que no me preocupan tanto como la tarea de sensibilización.

–¿Cómo se organizan?

–Los equipos de Cáritas de las parroquias suelen reunirse todas las semanas. Nosotros estamos en una reunión permanente. Si un día aparece el Señor por aquí, no sé si nos encontrará unidos, pero reunidos seguro.

"Nos piden pobres con sida, sin padre y que den pena"

Del 23 de abril de 2005 al 23 de abril de 2006. Un año entero para recordar el medio siglo de presencia de Cáritas en Sevilla. Con actividades "para devolverle a los sevillanos lo que ellos nos han dado", en palabras de Carlos García, coordinador de la conmemoración. Entre los actos, un ciclo de conferencias en el que, entre otros, intervendrán Carlos Amigo Vallejo (hoy a las 20.00 en el Colegio de Médicos) o Federico Mayor Zaragoza; una exposición en la Catedral que irá a otros municipios de la diócesis hispalense; una convención de voluntarios en Alcalá de Guadaíra; una campaña por los sin techo; y un acto lúdico para mostrar en la calle la realidad social. "No se trata de sacar a los pobres a la calle", explica Carlos García, "no jugamos con las personas que atendemos; se tratará de una manifestación con gente joven que mostrará el problema de los colectivos más vulnerables, de esas historias rotas detrás de las que siempre está Cáritas: mujeres maltratadas, emigrantes, enfermos de sida, ancianos abandonados".

El pobre es el último de la fila en las prioridades, y sin embargo es un continuo recurso mediático, rayano a veces en lo circense. Este representante de Cáritas lo dice de forma muy explícita: "Raro es el día que no nos llaman de algún programa de televisión en el que nos piden un pobre con sida, que no tenga padre, que además sea cojo y dé pena. No vendemos historias rotas. Somos muy cautelosos". Eduardo Ybarra, maestrante que llegó a ser hermano mayor de El Silencio, fue el primer presidente de Cáritas Sevilla. La sede central está en San Martín de Porres. Antes estuvo en la calle don Remondo, frente al Palacio Arzobispal, local que es en la actualidad un Centro Integral de Empleo con mecenazgo de la hermandad del Gran Poder.