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Sobre algunos errores litúrgicos y gramaticales escuchados y leídos esta Semana Santa. Jesús Luengo Mena


 En este artículo vamos a puntualizar algunos errores que, de manera bastante recurrente, hemos oído en diferentes programas de radio y T.V.,  nombrando el pecado sin nombrar al pecador. También queremos,  saliéndonos por esta vez y sin que sirva de precedente, de la temática estrictamente litúrgica, salir al paso sobre algunos atentados a nuestra lengua española, al hablar o escribir sobre cofradías.

En primer lugar, es frecuente por muchos de los reporteros que estos días han colaborada con los medios de comunicación, calificar como parroquia a cualquier templo o capilla. Así, he oído hablar de que la Hermandad de Los Negritos estaba deliberando en su parroquia si salir o no, y de igual modo he oído nombrar a la parroquia de Jesús Despojado y similares. TODO TEMPLO NO ES PARROQUIA.

Solamente es parroquia aquel templo que tiene a su frente un párroco, que tiene asignada y delimitada una determinada zona de la ciudad para el servicio a sus feligreses y donde deben recibirse los sacramentos del bautismo, matrimonio y exequias, salvo casos excepcionales o dispensas oportunas. Hay muchas cofradías que residen en capillas o templos propios (caso de las dos citadas y muchas más), capillas que pertenecen a territorios parroquiales. Así, por poner un ejemplo, la Carretería, el Baratillo, Las Aguas, La Soledad, Los Estudiantes y Jesús Despojado residen en capillas, propias o cedidas,  que dependen de la parroquia del Sagrario. Tampoco es correcto hablar de la feligresía de la Carretería o de la Macarena: solo tienen feligreses las parroquias, las hermandades no tiene feligreses. Tampoco todos los sacerdotes son párrocos.

Otro lío considerable viene a la hora de entrevistar a clérigos y dirigirse a ellos con el tratamiento adecuado. A la hora de presentarlos es correcto llamarles de don y, después, el cargo que ocupan. Así, tenemos hoy con nosotros a don Fulano, párroco, canónigo, etc de tal sitio. Pero no está de más utilizar, en alguna ocasión, el tratamiento que, por el cargo que ostentan, tienen asignado. De esta manera, el cura será tratado como reverendo padre, mientras que al arzobispo, obispos y nuncios se les tratará de excelentísimo y reverendísimo señor.  Los canónigos tiene el tratamiento de Muy Ilustre Señor. Para los interesados, les indico un enlace donde se profundiza en este asunto.

http://la-liturgia.blogspot.com.es/2007/08/tratamientos-y-protocolo-eclesisticos.html

Pasando al ámbito lingüístico, un vicio a corregir es el de la reiteración. No se debe decir “yo, personalmente, pienso u opino que…Es una obviedad.  Si se dice que YO opino, pues lo demás sobra. Ya se sabe que es personalmente.

En el lenguaje escrito, sobre el uso de las mayúsculas, su uso inadecuado es evidente. La RAE desaconseja el uso de la mayúscula llamada de relevancia, empleada impropiamente para así darle, supuestamente, más importancia a la palabra que se escribe. Incluso en notas oficiales de hermandades se nota su abuso. Así, las palabras nazarenos, hermanos, cofrades, parroquia, paso, hermandad, cofradía, misa, rosario, altar, costalero, capataz y, en general, todos los nombres de cargos que se ostentan, deben ir en minúsculas, como nombres comunes que son. Y finalizo corrigiendo otro error muy extendido: las cifras que expresan un año no llevan puntos en los miles. Así, no es correcto poner “En el año 1.973” sino 1973. No obstante, no es extraño ver cifras de años con su punto en multitud de folletos, incluidos los oficiales.

Foto: Francisco de Borja Cordero Murillo










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