Arte Sacro
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Salud para volver a lo cotidiano. Juan Manuel Labrador Jiménez


 El verano comienza a consumarse poco a poco, a pesar de que el calor aún siga invadiendo con su insistencia la atmósfera que nos abraza. La rutina está cada vez más cerca, casi al doblar la esquina, y dejaremos atrás agosto para tomar el camino más recto a través de septiembre. Atrás van quedando los recuerdos de un largo estío en el que, en la medida de lo posible, hemos retomado fuerzas y hemos compartido momentos dichosos con familiares y amigos en mañanas costeras o noches refrescantes de veladores y terrazas.

El trasiego cotidiano comienza a llamar a la puerta, y pronto volverán a sonar muy temprano los despertadores, pero para que ese regreso a lo habitual de nuestra vida sea más liviano, la Virgen vuelve a manifestarse ante nosotros. Raro es el lugar en el que no hayan tenido lugar las fiestas patronales en torno a la Madre de Dios, especialmente en la jornada en la que los cristianos celebramos la Asunción en cuerpo y alma de Santa María, un día que los sevillanos denominamos como el de la Virgen de los Reyes. Sin embargo, Ella vuelve a hacerse presente en este final de mes y nuevamente se acerca hasta nosotros. Quien quiera comprobarlo, que acuda –a pesar de las altas temperaturas que aún navegan en el ambiente– a los confines de Triana, a su Barrio León, y entre las sombras de esos naranjos que siguen soñando con el gozo de un azahar que anuncia una explosión de júbilo y de pasión, arribar a las puertas de la parroquia de San Gonzalo.

En ese instante, la frescura invadirá ese ánima fervorosamente mariana, y al penetrar en el templo, tras el saludo a Dios en ese Santísimo Sacramento reservado en el sagrario, el corazón contemplará la pulcra excelsitud y belleza de la Virgen de la Salud , que habrá descendido de su altar para hacernos sentir su calor –un calor muy distinto al del propio verano–, ofreciéndonos la dicha de aferrarnos a sus manos y besarlas para, a través de ellas, gozar precisamente de toda esa Salud que la Señora desprende por sus dedos.

Bajo la atenta y firme mirada del Soberano Poder, la Madre nos aguarda para que acudamos a rendirle pleitesía, y para pedirle que nos estimule en este retorno a nuestros quehaceres tras este asueto que ya cesa. Porque la Salud no es solamente necesaria para el cuerpo, sino que lo es igualmente para el espíritu, y por eso, cada último domingo agosteño, esa Virgen que peregrina por Sevilla desde Triana cada tarde de Lunes Santo nos espera pacientemente en su iglesia, donde Ella nos premiará con lo que porta en su nombre, de cara al nuevo curso que comienza, al ofrecerle nuestro más rendido vasallaje. 

http://juanmanuellabrador.blogspot.com.es/

Foto: Nacho Baratillero,










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