Paseos de una Madrugá sevillana. Antonio Sánchez Carrasco
Ya no es lo mismo. Ya el cuerpo no aguanta como antes. Ya pasamos de los 40. Y cuando los días de Semana Santa van transcurriendo ya todo da igual. Antes siempre volvíamos a casa con los deberes hechos, pero ahora el cansancio agota, y me vuelvo con algún deber en mi haber. Para mí la Madrugá, y sin comillas, es un todo indisoluble, hasta que la espalda, los pies y el sueño te asaltan como un compañero inmisericorde que te envía a la cama sin más. Este año mi cansancio me rindió llegando el Cristo de las Tres Caídas y cogí el camino hacia el 27, ese autobús que tanto conoce mi querido Antonio Casado. Aún me cruce con el Señor de la Sentencia, donde agoté mis últimas fuerzas; tanto fue así que ni cogí el bus y me fui en taxi. Llevaba una gran número de imágenes y recuerdos para mi corazón de fotógrafo cofrade.
¿Pero que me dejaba fuera?. Fuera de mi retina y de mi cámara en el año 2014 quedaba la cofradía de los Gitanos un Señor y una Madre que completan la Madrugá con una frescura y un sentimiento como sólo Ellos saben. Y te quedabas fuera Tu, mi Esperanza, la Dueña de mis Semanas Santas de niño; en ese San Jacinto de pantalón corto y sueño. Mi Esperanza. La que resplandece entre flores y cera. La de tantas y tantas cosas..., me alumbraste como un farol el camino hacía Adriano 13 un viernes santo muy de mañana cuando crucé el puente para verte, Madre mía. 2014 Pasará a mi historia porque no te vi Esperanza mía. Prometo cruzar a la calle Larga, para verte en los primeros días de la Semana que viene. Gracias por cuidar de los míos un año más.
Fotos: Antonio Sánchez Carrasco.