Arte Sacro
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La otra ventana. Francisco Santiago


Uno siempre ha oído hablar de esa ventana de la calle Águilas, donde los viajeros se encomendaban al Cristo de la Salud y Buen Viaje para que les protegiera durante el camino a realizar.

La Cuaresma me llevó de nuevo al templo de San Esteban, para visitar el besamanos de la Madre de los Desamparados, cita anual que se hace íntima para muchos devotos con un doble sentido.

Y ese doble sentido no es otro que implorar al Señor de la Salud, al Cristo del Buen Viaje y a ese Jesús Cautivo que, en estas tres dualidades que son una misma, se nos presenta a lo largo del año maniatado y sentado en su particular trono de dolor, que cada uno de nuestros pecados ha labrado y que él nos redime a diario de los mismos.

Y me quise acercar a Él un poco más, salvando mi cámara el cordón que separa el habitáculo divino del espacio mortal. Fue entonces cuando la vi por primera vez.

No era la ventana de las miles de súplicas, no era la ventana del paso de vehículos diario, no era el espejo en el que tantos se reflejan… no. Allí apareció esa otra ventana que hizo que se estremeciera mi cuerpo y que comenzara a rondar la memoria en recuerdo de los que por ella se podían asomar.

Y es que esta otra ventana parece hecha a consciencia para que, aquellos que ya no están con nosotros, se puedan asomar y mientras nosotros hablamos con Jesús por la inferior, ellos nos avalan con credenciales más que suficientes para que todo vaya bien…

Y allí parecieron asomarse mis abuelos, mis tíos, mi primo Manolo, y quise imaginar a Martínez Alcalde enumerando las fechas en las que más personas se acercaron a Él, o a Juan Pérez Bustelo organizando las filas en el mes de marzo, mes del Cautivo y Rescatado.

Peregil ponía la banda sonora con una saeta y un guiño de complicidad, Daniel Puch ponía nombre a los querubines que pintó en vida y dentro de todo este maremágnum imaginativo que florecía en mis recuerdos, creí escuchar la voz de Juan Carlos, el eterno capiller de la Divina Pastora que volvía a contarme historias de la VOT Carmelita…

No fue un día cualquiera ni un momento cualquiera. Fue mi momento de intimidad cuaresmal, ese espacio leve de tiempo que nos hace recordar a los que ya no están y que, de seguro, se asoman a esa ventana de eternidad. ¡¡¡Sean por ellos estas palabras!!! 

Foto: Francisco Santiago










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