Arte Sacro
  • Noticias de Sevilla en Tiempo de Pascua
  • domingo, 5 de mayo de 2024
  • faltan 343 días para el Domingo de Ramos

A Manuel Guzmán


Alguien dijo, no hace muchas fechas; en la entrega de un galardón a las tradiciones sevillanas, que el sevillano tendría que nacer por lo menos tres veces, para poder sentir e impregnarse de todas las tradiciones de la tierra de María Santísima. Aunque eso significara; dolorosamente, morir otras tantas. Yo, he querido recoger; aunque seguramente tergiversada por mis oídos, esta bonita utopía y traerla aquí, porque para que una regla se cumpla tiene que existir una excepción. Y la hay claro, la escribió hasta su epitafio Manuel F. Guzmán Álvarez.

Si yo pudiera ser juez imparcial, de un imaginario jurado que premiase el cuidado por las tradiciones sevillanas, le otorgaría mi voto a mi cuñado, porque en asuntos de penitencia cofrade, no sólo se conformaba con hacer estación con su hermandad de toda la vida; la de San Bernardo, si no que postulaba, para que entre familiares y amigos no decayera la tradición de salir de nazareno.

Ésa tradición hoy la sigue Carmen; su hija pequeña.

Y le otorgaría mi voto, porque cuando llegó el momento, desoyó las voces que decían ver una locura meterse bajo un paso. Y se lio la faja del coraje y, se ajustó el costal de amor por su Cristo de la Salud, llevándolo al cielo de la Sevilla cuaresmal durante años. Mas sabiéndole aquello a poco, sacrificó muchos Domingos de Ramos y, usando los mismo trapos; desde el Porvenir, jugó a ser costalero victorioso del parque.

Siempre deseó recoger el testigo de su abuelo, continuar una tradición que él no vio, pero que siempre tuvo presente.

Hoy, sigue los primeros pasos de ésa tradición, su sobrino Manuel; mi hijo. Y lo hace con los avíos de su tío.

Y le volvería a otorgar mi voto, porque yo le vi fajarse en capataz hace muchos años, callejeando por la Judería con la Cruz de Mayo de San Bernardo. Con el cariño, rigor y seriedad, que el cargo y la ocasión merecía. Le caía el sudor a chorros por la caló y porque solo su mujer sabía, las duquelas que había pasado para enfundarse aquel traje oscuro.

Y le vi de nuevo, enfundado en ese mismo traje oscuro, por las callejuelas de mi Arrabal, guiando al Niño Jesús de Triana.

Aquella remesa de costaleros, hoy son hombres, que siguen sus pasos.

Si yo pudiera ser juez imparcial, de un imaginario jurado que premiase el cuidado por las tradiciones sevillanas, como  no  podría  concederle mi voto, después  de ver su trayectoria entre martinetes y seguiriyas, viendo como ha cuidado el noble arte de la toná; desde que fuera un neófito en estos menesteres, hasta que se convirtiera en regidor; junto a su  "hermano"  de alma, de la  escuela  de saetas.  Velando  por  la  disciplina, limando asperezas, mimando a sus alumnos, difundiendo esta tradición, abanderando un estilo.

Ntra. Sra. de Las MaravillasDisfrutaba cantando, sin diferenciar a quien lo hacía; si al Señor de Sevilla, a las Esperanzas o a la Virgen de las Maravillas. Sin menospreciar, ni gentes, ni lugares. Lo mismo cantaba en el Colegio de Nuestra Señora de las Mercedes, que lo hacía bajo su paso, a pie de calle o en un balcón de Bollullos de la Mitación. Se atrevió incluso con algún pregón. Siendo el de la fundación Cruzcampo, y que me perdone por decirlo, donde sé que disfrutó mucho, mucho. Todo lo hacía porque si, por fe, por disfrute, por vocación o simplemente por colaborar, sin títulos, con humildad, por ver felices a otros, como lo hacía en la Parroquia de Nuestra Señora de la Cabeza.

Ahí estará para siempre su legado, legado que todos los que le apreciaban deberían conservar. En sus manos está, sigan honrando su trabajo.

Más no quisiera olvidarme de su otra vocación; de la que hablaba con entusiasmo: los toros.

¿Cuantas tardes de gloria dio en la Maestranza de Caballería? eso sí, sin cortar una oreja ni un rabo; éstos los prefería guisados con patatas fritas. Es lo más cerca que sus arrestos le permitían estar de un morlaco. Ahora eso si, con que maestría bregaba por la plaza. Plaza que nombro hasta última hora, pidiéndole a su hermana que le escribiese unas disculpas, por no poder estar en su sitio durante los últimos festejos. Como si él hubiese necesitado de disculpas.

Genio y figura.

Me comentaba un amigo común, que si se pudiera parar el tiempo, se quedaría con los recuerdos de nuestra infancia juntos. Estoy totalmente de acuerdo Fran; pero, ten por seguro que en cuanto ese tiempo comenzase de nuevo a correr, el nolito hubiera hecho lo mismo que hizo toda su vida, respirar sevillanía.

En nombre de la familia y, después de buscar palabras con las que pudiera identificar nuestro sentimiento, solo he encontrado una, GRACIAS.

Gracias con mayúsculas.

Usada  cotidianamente,  como  fórmula  protocolaria,  hoy  y  para  siempre,  deseo usarla sinceramente con todos los que habéis allanado el camino de nuestra recuperación. Gracias, por vuestro interés durante la enfermedad. Gracias, por vuestras muestras de cariño. Gracias, por vuestro pesar y por vuestras lágrimas. Gracias, por vuestro ánimo, esfuerzo y colaboración. Y expresaros mis más sinceras disculpas, si a alguien no se le atendió con la cortesía que se merecía.

 

Hasta siempre amigo, hasta siempre cuñado, hasta siempre compañero.

Manuel Molina Márquez










Utilizamos cookies para realizar medición de la navegación de los usuarios. Si continuas navegando, consideramos que aceptas su uso.