Más sobre las Vísperas (I). Diputado de Cruces
Imagínense que a ustedes, a la vista de los méritos conseguidos durante su experiencia vital, el organismo encargado de hacerlo les regala un bonito edificio que pueden compartir con seis u ocho amigos con los mismos méritos. Imagínense, también, que el edificio es tan hermoso que las visitas pagan por verlo, lo que les permite obtener unos ingresos extras que a ustedes les vienen muy bien para mantenerse y para mantener el edificio. Imagínense, además, que ustedes nombran un administrador que les representa y se encarga de llevarles las cuentas y de organizar los horarios y la intendencia del uso de las zonas comunes del edificio.
Finalmente, imagínense que otra persona adquiere los méritos necesarios, según el organismo encargado de juzgarlos, que se supone independiente, para compartir el edificio con ustedes y que, como es natural, pide hacerlo, porque quiere disfrutar de los privilegios que sus méritos le otorgan.
¿Qué contestarían si su administrador viene a preguntarles sobre el particular, advirtiéndoles que no van a aumentar los ingresos y que tienen que apretarse un poquito? ¿Dejarían entrar al nuevo?
Bueno, pues ahora traspasen esta analogía al mundo de nuestra Semana Santa con respecto al debate de la posible incorporación de las llamadas Hermandades de Vísperas. El edificio es un día cualquiera de la Semana Santa, ustedes son las cofradías de ese día y el administrador es el Consejo General, aunque no todo puede trasladarse tan directamente. En primer lugar, se supone que nos movemos en un ambiente cristiano donde debiera prevalecer aquello del “al prójimo como a ti mismo”.
Por otra parte, el Consejo General también y esto es importante, representa a las nuevas hermandades, que lo son de pleno derecho por decisión del Cardenal Arzobispo de Sevilla que las ha erigido canónicamente (aunque creo que sería bueno que la autoridad eclesiástica explicara los criterios pastorales y de otro tipo por los cuales se puede erigir una nueva hermandad, más que nada para que todos lo tengamos claro, tanto a la hora de pensar en fundar una, como para que no surjan las dudas que hoy existen sobre las necesidades pastorales que cubren algunas de las nuevas hermandades recientemente constituidas).
Por ello, no se entiende muy bien la ronda que el Presidente Román está manteniendo con los hermanos mayores de los diferentes días, para preguntarles si quieren una cofradía más, una vez que parece descartada la idea de “construir un edificio más”. Dejando un poco aparte (que quizás no debiéramos) lo del espíritu cristiano, ya que, al fin y al cabo, todos somos humanos, si nos preguntan si queremos apretarnos sin ganar nada más a cambio posiblemente todos responderíamos de partida que no, evidentemente.
Claro, que, a lo mejor, las rondas no son sólo para preguntar, pero eso no lo sabemos, porque a los cofrades de a pie nadie nos informa directamente. Sólo tenemos a la prensa, radios y “webs” especializadas, a las que, una vez más hay que agradecer su trabajo y felicitarles por él. Sería deseable, en efecto que estas rondas fueran para algo más que sólo para preguntar y que el Consejo General estuviera buscando de manera eficiente (y manejando ya, a ser posible) una solución a la solicitud de estas hermandades que también forman parte de él. Solicitud, por otra parte, que se ajusta perfectamente a la tradición sevillana, que tiene más de cuatrocientos años, de cómo ha sido y es la Semana Santa. Además, desde el punto de vista socio-cultural (desde el religioso no hay duda, porque los cristianos debemos trabajar para que los demás obtengan lo que sabemos que es bueno para nosotros) es un magnífico instrumento de integración de los barrios periféricos en la ciudad.
Continuará...
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