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Carta pastoral del cardenal Amigo con motivo de la campaña de Manos Unidas contra el hambre en el mundo


Después de una campaña mundial en favor del desarrollo de los pueblos, y de una innegable disposición de solidaridad con los más afectados por la necesidad, nos parecía que el problema del hambre en el mundo estaba en camino de solucionarse para siempre. Sin embargo, las noticias que llegan, de diversos lugares, nos hacen ver que todavía estamos muy lejos de conseguir que los hombres, las mujeres, todas las familias de este mundo, tengan, al menos, lo suficiente para no morirse materialmente de hambre.

Pero esta situación, muy lejos de descorazonarnos, nos impulsa, con urgencia, a poner, por nuestra parte, todo lo que podamos hacer para aliviar esa situación de extrema necesidad.

Causas y remedios

Estamos convencidos de que el mejor remedio es el de erradicar las causas que originan un mal tan grande como es el hambre. Sin embargo, cuando nos ponemos a reflexionar, vemos enseguida la complejidad de los motivos que están en el origen de tan grave necesidad.

Pensamos en el subdesarrollo de los pueblos, que tienen que vivir bajo unos escandalosos umbrales de pobreza, de las carencias más absolutas de vivienda, trabajo, escuela, agua, alimentos...

Por otra parte, las guerras y los enfrentamientos siempre lamentables e increíbles y nunca justificados. La paz no puede ser, simplemente, el resultado feliz de unas contiendas. La paz es siempre el principio fundamental de cualquier convivencia humana.

Al final, y ahondando en causas y motivaciones, siempre nos encontramos con la injusticia, el olvido de los derechos de las personas y de los pueblos. El acaparamiento abusivo de unos pocos, y la carencia de lo más básico en la vida de los otros. La distribución injusta de la riqueza. Y el aprovechamiento por parte de unos pocos de los recursos que habían de servir para el bien de todos.

Seguimos con nuestros proyectos

Siempre pensamos que el camino de la solución y el remedio están en conocer bien la situación, sin volver la cara ante el indignante espectáculo de la miseria. Analizar y corregir las causas. Ayudar al desarrollo con la cooperación, la tecnología, la educación. Con la solidaridad generosa y abierta a todos.

Por nuestra parte, queremos tender la mano, con una ayuda poco significante para resolver todo el problema, pero con una contribución que hace posible el solventar situaciones de necesidad a un grupo determinado. Esta es la razón de nuestros proyectos. Contemplamos unas situaciones concretas de precariedad. Las hacemos nuestras y procuramos aportar los recursos necesarios para solucionarlas. Gracias a Dios, son muchos los proyectos y muchas las familias a las que se ha podido ayudar desde manos unidas.

Tenemos buenos motivos

Preguntar por los motivos que nos mueven a poner en marcha esta campaña contra el hambre en el mundo, parece inútil, después de contemplar la tragedia de las hambrunas y de las necesidades de todo tipo.

Pero podríamos responder que hay otras razones fundamentales: Primero, que no somos indiferentes a lo que pueda afectar a las personas. En este caso, a la propia vida a tantos hombres y mujeres, niños y adultos, que mueren de hambre. Después, y esto es lo más importante para nosotros, por una responsabilidad incuestionable de nuestra fe cristiana. Cristo nos ha unido, en el misterio de la Encarnación, con la humanidad entera, y nos ha recordado que el mandato del amor a nuestros hermanos es en tal manera esencial, que ese mismo amor que se manifiesta en la ayuda al hambriento, será criterio para juzgar nuestra existencia. Bien nos lo recuerda el apóstol Juan: "Si alguno dice: « Amo a Dios », y aborrece a su hermano, es un mentiroso; pues quien no ama a su hermano, a quien ve, no puede amar a Dios a quien no ve" (1Jn. 4, 20)

Me complace, un año más, felicitar a la Presidenta y a todo el equipo directivo de Manos Unidas, así como a todos los colaboradores y colaboradoras. Gracias a Dios, y a vuestro constante, entusiasta y eficaz trabajo, en cada campaña se supera la anterior. Siempre hay unos proyectos realizados y muchas ilusiones de trabajo futuro.

Que Dios os lo pague y bendiga con la mejor de las satisfacciones: ver cómo una familia, que ayer estaba en situación de morir de hambre, hoy puede tener el pan que necesita.

Con mi bendición y afecto en el Señor

Cardenal Carlos Amigo Vallejo,
Cardenal Arzobispo de Sevilla

Foto: Arte Sacro










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