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Provincia. En el Domund, Función Solemne en honor de la Virgen del Socorro de Alcalá de Guadaira, Primera Misionera


Fran Granado. El domingo 23 de octubre, día de la Jornada Mundial de las Misiones, el Domund, se celebró en la parroquia de Santiago de Alcalá de Guadaíra, la Función Solemne en honor de la Virgen del Socorro, Titular de la Antigua, Fervorosa, Real e Ilustre Hermandad y Archicofradía del Stmo. Sacramento, Ánimas Benditas, Ntro. Padre Jesús Nazareno, María Stma. del Socorro y S. Juan Evangelista, que fue oficiada por el Rvdo. D. Manuel María Roldán Roses, Párroco y Director Espiritual de esta Hermandad. Contribuyó a la Solemnidad de esta Eucaristía con sus bellos cantos, la Coral Polifónica de Nuestro Padre Jesús Nazareno, magistralmente dirigida por el Padre Manuel Ángel Cano Muñoz.

La Imagen de la Virgen lucía esplendorosa, gracias al esmerado trabajo de los priostes. Congregó a numerosos fieles que llenaron la Iglesia y participaron de la Misa, conociendo las actitudes tan dispares entre sí: la representada por el fariseo, actitud de prepotencia, orgullo, satisfacción por uno mismo, que no busca pedir perdón, sino justificarse en todo lo bueno que puede hacer o cree que hace, y la actitud del publicano, que como indicó el celebrante es la actitud de la verdad, porque por mucho que nosotros podamos hacer, siempre seremos desvalidos ante Dios, siempre seremos pobres, necesitamos de su amor y de su misericordia.  Por eso es el camino verdadero, el de la humildad, el de no levantar los ojos, el de estar arrodillados, el de pedir perdón, confiándose a la bondad de la misericordia de Dios.  Y Jesús en el evangelio acaba diciendo que los dos bajaron a su casa. Uno justificado, que es el publicano, porque quien justifica es la misericordia de Dios, y el otro no, porque nuestras acciones no pueden justificarnos.

Precisamente el lema del Domund de este Año, y contemplando a Nuestra Madre, como indicó el sacerdote, nos puede dar luz sobre lo que el hombre justificado emprendió tras salir del templo. Porque el camino de la justificación, el camino de sentirse amado entrañablemente por Dios, resanado por su misericordia, es el camino de la misión.

La clave de vivir en la misericordia de Dios es sentirse feliz, alegre y bienaventurado, la victoria de Jesucristo es nuestra victoria, que se hace en nosotros vida por su misericordia incesantemente derramada en nuestro pobre corazón. El hombre necesitado, el hombre que se siente perdonado por Dios, es siempre el hombre alegre, feliz y bien dispuesto, que sale raudo y veloz para convertirse en testigo de esta misericordia que Dios ha tenido tan gratuitamente con él.

Como recordó el Padre Manuel María, el lema de este año del Domund es “Sal de tu tierra”. Precisamente María, llena de la gracia del Espíritu Santo, después de la Encarnación, sale también de su tierra, sale de su pueblo de Nazaret, se pone en camino, va grávida del Espíritu Santo, es ya la Madre de Dios y, sin embargo, se convierte en la primera misionera, que va fuera de su casa a servir, va a cuidar, en este caso, a su prima, una anciana desbordada por un embarazo ya inesperado a su edad. Y nada más entrar por las puertas, el niño, el futuro Juan Bautista, saltó de alegría (porque la evangelización nos llena de alegría) en el vientre de su madre, e Isabel quedó también llena del Espíritu Santo.

María pues nos enseña a vivir en esa Misericordia, a vivir en esa alegría, que ya no es convenida sino desbordante, de la misericordia del Señor y a salir de nosotros mismos, de nuestros egoísmos, de nuestro ensueño, para convertirnos en testigos de la misericordia, es decir en anunciadores del Evangelio. Resalto el sacerdote que el domingo del Domund no es solo una fecha tradicional, en la que recaudamos unos fondos que son muy necesarios para estos miles de misioneros que desempeñan su labor en situaciones tan difíciles y tan complicadas. No es solamente una muestra de nuestra solidaridad, de nuestra fraternidad con aquellos cristianos que están más necesitados de nosotros, también tiene que ser una toma de conciencia, un revulsivo de que nosotros, que hemos sido llamados por la misericordia de Dios, somos también misioneros; de que nosotros también cuando salgamos del templo como este publicano y vayamos al llano de nuestra vida, hemos de convertirnos también en anunciadores del Evangelio, en testigos vivos y claros de la misericordia del Señor. Hemos de proclamar también la huella del Señor como María, con nuestra palabra y con el testimonio de nuestra vida. Una vida que tiene que estar en esta clave misionera.

Decía el párroco de Santiago que el Papa Francisco nos ha recordado desde el inicio de su pontificado que la Iglesia tiene que ir a la periferia; que tiene que ser una “Iglesia en salida”. No se trata de que todos salgamos de nuestra ciudad, de nuestra Alcalá, que dejemos nuestra familia, y nuestro trabajo. Habrá quien tenga vocación para ello. Pero sí se trata de salir de nuestros egoísmos y de nuestras comodidades, de salir de nuestra autojustificación para convertirnos en testigos de la misericordia del Señor, para convertirnos también en nuestro entorno, empezando por nuestra familia, y llegando hasta donde nuestra presencia llegue, en evangelizadores: más que por la palabra, por nuestro testimonio de vida.

En este Domingo Mundial de las Misiones, en el que contemplamos a nuestra Madre del Socorro, pedía el sacerdote que la viéramos convertida en la primera misionera, en la gran misionera, que llevó a Cristo fuera de su tierra, fuera de su comodidad y de su entorno. Pidió que nos sintiéramos nosotros también interpelados por esta Palabra que Dios dirige en el comienzo de la Historia de la Salvación a Abraham: “Sal de tu tierra”. Finalizó su homilía diciendo: “Salgamos pues de nuestra comodidad, salgamos de nuestra indiferencia. Vayamos pues a los demás para llevarles la alegría, la gran noticia de la Salvación, que tan gratuita y generosamente el Señor nos regala. Que Ella nos enseñe y nos ayude, como Hermandad de Jesús, a ser como Hermandad y como hermanos en particular, misioneros. Que tomemos conciencia de que todos debemos ser evangelizadores y testigos de la misericordia del Señor para con nosotros y para con todos los hombres”.

Tras la Misa, la Imagen de la Virgen del Socorro estuvo expuesta en devoto besamanos.

Redacción y fotos: Paco Burgos










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