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Provincia. Sevillanas y villancicos rocieros acompañaron a Nuestra Señora del Rocío en su procesión por Aznalcázar


Manuel Pinto Montero. Dos años después de su última salida la imagen de Nuestra Señora del Rocío paseaba por las calles de Aznalcázar acompañada de numerosos fieles que la arroparon en su procesionar por los principales rincones de la localidad. La tarde del pasado domingo, último domingo del tiempo de Adviento, la Hermandad del Rocío de Aznalcázar celebró solemne Función en honor a Nuestra Señora del Rocío en el Templo Parroquial de San Pablo, sede canónica de la Hermandad, tras una mañana donde la venerada imagen estuvo expuesta en devoto besamanos.

Nuestra Señora del Rocío es obra de Ignacio Mora Colchero que adaptó una antigua imagen bajo la advocación de Nuestra Señora de las Lágrimas que ardió en el incendio de la Parroquia de San Pablo en el año 1932.

Tras la Función solemne, a las siete y diez de la tarde, se iniciaba la gloriosa procesión entre aplausos y vivas a la Reina de las Marismas. Antes de abandonar el Templo la Virgen del Rocío volvió su mirada hacia la Capilla de la Hermandad de Santiago ante la cual se rezó la salve y se lanzaron vivas a ambas Hermandades. Pasaban las siete y cuarto cuando el templete de plata, cedido por la Hermandad de Olivares, cruzaba el dintel de la puerta del Templo y los compases de villancicos rocieros y el estallido de cohetes rompían la tranquilidad de este bello pueblo aljarafeño.

La Virgen del Rocío, portada a hombros de numerosos fieles que se congregaron alrededor de sus andas, procesionaba por su pueblo que la esperaba para rezarle. Es honda la devoción a la Virgen marismeña la de este pueblo de Aznalcázar. La calle Ramón y Cajal de nuevo se engalanó con flores blancas para recibir a la Virgen. Al final de esta calle se le rezó cantando unas populares sevillanas mientras de uno de los balcones llovían pétalos que caían a sus plantas.

Por la estrecha calle Puebla del Guadiamar un inmenso gentío se podía contemplar tras el manto de la Virgen del Rocío. En este punto tuvo que ser bajado de los hombros el templete de plata para salvar algunos cables antes de entrar en la popular Plaza del Cabildo. La imagen tuvo que rodear la Plaza mientras de nuevo los sones de villancicos se escuchaban en Aznalcázar. Difícil fue el tránsito por la calle Pedro Mora ya que nadie quería alejarse de su paso. En esta calle la recibió la Hermandad de Santiago.

En la Plaza Virgen del Rocío fue recibida de nuevo con sones navideño mientras bengalas de colores se encendían en la Casa Hermandad de la Encarnación que la esperaba con su estandarte. Siguió la Virgen del Rocío su paseo por la calle Alhelí y Avenida de Nuestro Padre Jesús buscando la Capilla del Nazareno pasadas las ocho de la tarde. En la Capilla se rezó la Salve y se cantó de nuevo tanto en el interior como en los jardines de la Capilla.

Por la calle Las Campanas Nuestra Señora del Rocío regresaba a casa sirviéndole de vigía la torre de San Pablo que contemplaba el inmenso gentío que la arropaba en su caminar.

Pasaban unos minutos de las ocho y media cuando de nuevo atravesaba el dintel del Templo Parroquial y cruzaba la nave central buscando el presbiterio donde fue recibida con canticos y vivas. A las nueve menos veinte de la noche se posaban en el suelo las andas de la Virgen marismeña y finalizaba un intenso día para la Hermandad rociera que ya sueña de nuevo con volver a contemplar a Nuestra Señora del Rocío por las calles de Aznalcázar.

Fotos: Manuel Pinto Montero.










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